Versión estenográfica del mensaje del senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en el Acto de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto y en Recuerdo de don Gilberto Bosques Saldívar

Muchas gracias.

Quiero saludar a mis compañeros senadores, a Eruviel Ávila, senador por el Estado de México.

Al senador Miguel Ángel Mancera, coordinador del Grupo Parlamentario del PRD.

Y a la senadora Patricia Mercado, de Movimiento Ciudadano.

Le pediría al senador Mancera que por favor nos acompañe en el presídium.

Quisiera darles la bienvenida, a nuestro amigo, a don Gilberto Bosques; a los embajadores que hoy nos honran con su presencia. Bienvenidos embajadores al Senado mexicano, es un día muy importante para esta institución.

A Elías Achar Levy, bienvenido. Marco, bienvenido. Y a todos los compañeros de la comunidad, compañeros y compañeras, señoras y señores, bienvenidos.

Leía hace unos días fragmentos del historiador Salo Baron, que titula “Los modelos cambiantes del antisemitismo”. El autor concluye que la razón por la que el antisemitismo se ha extendido a lo largo de los siglos; se puede resumir en una sola frase: el rechazo al distinto, al diferente.

El sólo hecho de que los judíos fueran distintos de sus vecinos, ya por su religión, por sus costumbres, de sus antepasados, por su posición social o su apariencia externa, basta para que fueran odiados, para que no fueran tolerados, para que como sucedió durante el Holocausto, un grupo de científicos, gente educada, recurriera a la barbaridad de una solución final, para acabar con 6 millones de aquellos.

Y esto me hace pensar en la polarización, en la crispación, en la confrontación; en donde la diversidad genera rechazo y confrontación entre todos, entre los grupos sociales.

La gran diversidad cultural y social de México, debería ser fuente de orgullo y riqueza, no motivo de discriminación. Una mayoría de la población se siente discriminada, ya sea por sus características físicas, su nivel de estudio, sus ingresos, lugar de nacimiento por ser mujer, por pertenecer a los pueblos indígenas o a la comunidad LGBTTIQ+ o por alguna discapacidad o padecimiento mental.

El diálogo se ha vuelto cada vez más difícil entre quienes se perciben distintos. La polarización siempre obstaculiza los intentos de establecer espacios de participación y colaboración; al tiempo que la división y la distancia entre nosotros y nosotras crece, se debilita la sociedad. Su potencia se achica y nuestra espléndida diversidad se pierde bajo la idea de que pertenecemos a grupos opuestos, a buenos y malos, a correctos e incorrectos, los que están a favor y los que están en contra.

La descalificación sistemática entre grupos de la población de cualquier sociedad, da lugar a un elevado nivel de agresiones físicas y en la historia, crímenes de odio y violencia.

Necesitamos reconciliarnos, reconciliar a cada persona que sepa el estado y la sociedad valorar y que sepa que necesita esa persona para poder ubicar a la diversidad como la herramienta que nos permita volvernos más creativos, tolerantes y productivos.

Unir a México en su diversidad, es crear una sociedad inclusiva, dinámica, productiva.

Por eso es que tenemos que insistir en que no es posible que la desconfianza nos aleje; al contrario, tenemos que generar una distancia entre nosotros, en la cercanía del diálogo. Es lo que asegura que todas y todos seamos escuchados, que la política y los programas sociales de Gobierno reflejen una comprensión de las realidades y necesidades de la gente.

Colaborar es valorar la diversidad y recorrer, y la necesitamos para generar las mejores soluciones a los problemas que enfrentamos.

La historia nos ha dado lecciones que no debemos ni podemos olvidar; el otro, el distinto no es el problema. El otro, el distinto, es parte de la riqueza de un país, es parte de la creatividad de la posibilidad de ensanchar nuestras mentes, de buscar oportunidades para todos y de cambiar, así como combatir profundamente la discriminación.

No hay lección más terrible y clara que la que nos da el Holocausto; el caso extremo del antisemitismo milenario; el caso extremo de dividir a la sociedad en raza superior y raza inferior.

Esa medida atroz costó la vida de seis millones de personas, un millón de las cuales eran niños y niñas; y cobró también centenares de miles de vidas de otros diferentes, entre ellos gitanos, masones, personas de color y personas con padecimientos mentales.

No podemos normalizar en antisemitismo; no podemos normalizar la discriminación y la desigualdad; no podemos normalizar la polarización.

Un acto de conmemoración como este, nos llama a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos, como servidores públicos, la lucha contra la discriminación, contra el antisemitismo, con responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.

Un día como hoy, 27 de enero, Día Internacional de la Conmemoración en Memoria de las Víctimas de Holocausto, reflexionemos sobre lo que pasa en el mundo y hagamos un compromiso de reconciliación y de tolerancia.

En este evento solemne y formal, la concordia debe de privar.

Quiero a todos expresarles la bienvenida y recordar a Gilberto Bosques, aquí en esta institución hay un instituto que se dedica a la política internacional y lleva su nombre. Por eso, a través de su hijo, a su familia le extendemos siempre nuestro reconocimiento.

Y a todos los que ahora nos visitan les damos la bienvenida.

Al conmemorarlos siempre, al recordar esta tragedia es para decirles que nunca más suceda algo igual en ninguna parte del mundo.

Bienvenidos a este evento.

Saludos.