Victoria

Desde sus inicios, la historia de México se ha debatido en una lucha entre dos visiones de país: la liberal y la conservadora. La visión liberal es la de héroes como Benito Juárez y Francisco I. Madero, así como la de todas y todos los mexicanos que lucharon por la democracia, el bienestar social y los intereses del pueblo. La visión conservadora, por su parte, es la de figuras como Antonio López de Santa Anna, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, de quienes lucran con los recursos de la nación y prefieren la prevalencia de los intereses privados sobre el bien común.

La coyuntura entre esas visiones contrastantes de nuestro futuro ha estado al centro de las grandes transformaciones del país. La Independencia, la Reforma y la Revolución se definieron por la pugna entre liberales y conservadores. Entre quienes buscaban el cambio y quienes preferían custodiar las condiciones de un país para unas cuantas personas.

Ayer, esta pugna definió otro momento histórico: la consolidación de la Cuarta Transformación de la vida pública para nuestra patria.

Este domingo 2 de junio, México se enfrentó a una encrucijada entre esas dos visiones para su futuro. Fue la elección más grande y libre en la historia de nuestro país. El momento era clave, y las y los partidarios de todas las corrientes políticas lo sabían. Pocas veces se ha visto un reordenamiento tan grande de las fuerzas políticas alrededor de las visiones plasmadas en la boleta. Aquellos partidos que en algún momento compitieron por separado se reunieron en dos grandes bloques, para contender por el triunfo de la visión liberal o conservadora.

Las fuerzas progresistas del país, integradas por quienes luchamos por la democracia, el bienestar social y los intereses de la nación, se movilizaron alrededor de la doctora Claudia Sheinbaum y su coalición. Ella representa la consolidación y la continuidad de la Cuarta Transformación y de los ideales juaristas, maderistas y cardenistas. Es la más reciente manifestación de la visión liberal del futuro de nuestro país, la heredera de los grandes movimientos sociales de la historia de México.

En cambio, las fuerzas conservadoras, las de quienes buscan lucrar, para beneficio privado, con los recursos que son del pueblo, se aglutinaron alrededor de otra candidata en un último y fallido intento por frenar la transformación. Cabe resaltar que en este bloque se encontraban dos formaciones que, por años, pretendieron ser enemigas y que ayer se encontraron unidas en una misma candidatura.

Hubo algunos rezagados que intentaron posicionarse fuera de esta coyuntura entre liberalismo y conservadurismo; sin embargo, su efecto en la elección fue mínimo. En su momento, la decisión se articuló en las mencionadas dos opciones polarizantes.

Los resultados no fueron una sorpresa para nadie. Prácticamente todas las encuestas señalaban que Claudia tendría una victoria abrumadora sobre la oposición. Este apoyo no se reflejó solo en las encuestas, sino también en las grandes manifestaciones y los mítines con que el pueblo mexicano salió a apoyar a Claudia, al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la continuidad de la Cuarta Transformación en los meses anteriores a los comicios. Claudia tenía el respaldo del pueblo de México, y ayer lo vimos reflejado en un ejercicio electoral histórico.

Los resultados muestran que la mayoría de las y los mexicanos están con la Dra. Claudia Sheinbaum. A pesar de ello, no debemos dejar de lado a quienes no comparten nuestra visión. Vivimos en un país diverso, lo que implica que no todas las personas estarán de acuerdo con nosotros, y esas voces no serán ignoradas. Nuestro movimiento está plenamente comprometido con la democracia, la pluralidad y la integración de todas las fuerzas de nuestro país. La Dra. Sheinbaum lo indicó claramente en su discurso, y yo lo replico aquí: trabajaremos felizmente con todos aquellos que deseen un México mejor. En los próximos seis años trabajaremos para consolidar la transformación y para el beneficio de todas y todos los mexicanos.

Por último, hay que destacar que este ejercicio democrático no hubiera sido posible sin la participación del pueblo. Tenemos un sistema electoral ejemplar que es posible gracias al trabajo voluntario de millones de compatriotas. Me gustaría reconocer y agradecer a las y los funcionarios de casilla, representantes de los partidos, observadores electorales, votantes y a todas y todos los demás mexicanos que hacen posible nuestra democracia. Este esfuerzo ciudadano es la piedra angular del gran andamiaje institucional que da solidez a nuestro orden democrático. Sin este compromiso, nada de esto hubiera sido posible.

Ayer presenciamos la victoria de Claudia, quien será la primera presidenta de nuestro país. Es un triunfo histórico, inédito, que representa la consolidación de la Cuarta Transformación y un refrendo de confianza para la visión liberal de nuestro país.

Son vientos de cambio. Es una era halagüeña para México, y lo celebro.

 

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