La explosión que sacudió al mundo
Durante esta semana, la atención y corazones del mundo se quedaron con el pueblo libanés. Las explosiones en el puerto de Beirut han dejado alrededor de 150 personas muertas, 4,000 heridas, cientos reportadas como desaparecidas, y un sinnúmero de preguntas por resolver. Este episodio obliga, a quienes se desempeñan en los gobiernos a nivel global, a una profunda reflexión sobre el impacto que las acciones o la falta de ellas pueden tener.
¿Cómo enfrentar que, de un momento a otro, 300,000 personas queden sin hogar y la ciudad tenga daños que oscilen entre los 3 y 5 mil millones de dólares? ¿Cómo pudo ocurrir algo así? ¿Qué se dejó de hacer, que pudo haber evitado esta tragedia?
De manera inmediata circularon numerosas hipótesis, como un potencial ataque israelí; sin embargo, desde 2006, Hezbollah e Israel han mantenido cierto equilibrio, aunque con tensiones recientes, [1] y Hezbollah negó abiertamente que Israel hubiese realizado un ataque.
Con respecto a la hipótesis de un atentado terrorista, hasta el momento no se ha dado ninguna reivindicación política que lo confirme. [2] El presidente Donald Trump afirmó en una sesión informativa de la Casa Blanca: “Estaremos allí para ayudar. Parece un ataque terrible” lo que aumentó la confusión; aunque oficiales de Defensa de los Estados Unidos mencionaron que no hay indicios de que la explosión hubiera sido producto de alguna ofensiva. [3]
En cambio, la investigación que inició el gobierno libanés está vinculada a un cargamento de nitrato de amonio de 2,750 toneladas sin custodiar, como causa de la explosión. La hipótesis central es un caso de negligencia gubernamental; ya este viernes 7 de agosto ha sido arrestado Badry Daher, director general de Aduanas.
Algunos medios obtuvieron documentos de una corte que establecen que el nitrato de amonio llegó a Beirut en un barco con bandera de Moldavia en 2013, originalmente dirigido a Mozambique. Paró en Beirut por dificultades financieras y agitación en la tripulación. El barco fue detenido por las autoridades, pues existía una deuda de 100,000 dólares con el puerto, [4] y hay reportes de que la tripulación fue “mantenida como rehén” por las autoridades de aduanas. Desde entonces, el cargamento fue almacenado (abandonado por su dueño) [5]. Otros reportes señalan que la agitación se debía a que la tripulación se sentía como rehén en el barco, con una bomba a bordo.
Cualquiera que haya sido el origen del cargamento, parece que oficiales de aduanas enviaron solicitudes en diferentes ocasiones para que se moviera el cargamento o que se reexportara, pero no tuvieron respuesta.
La ayuda del resto del mundo ha llegado en avalancha, y ello habla de la relevancia que tienen los mecanismos de cooperación y ayuda humanitaria a nivel global. Organismos internacionales enviaron toneladas de insumos médicos y sanitarios para atender a las personas, y la ONU ha prometido liberar 7.5 millones de euros del Fondo Humanitario para continuar el apoyo. [6]
Países de todas las regiones han ofrecido apoyo: Alemania, Australia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Irak, Kuwait, Polonia, Qatar, Reino Unido, Rusia, Turquía, y las ofertas continúan. La Unión Europea también anunció el envío de bomberos especializados con equipo de búsqueda y rescate.
Sin embargo, fue Emmanuel Macron, presidente de Francia, quien llegó a la capital libanesa el pasado jueves, ofreciendo ayuda incondicional, y confirmando la influencia francesa en el país. [7] También envió un paquete de ayuda que incluye dos aviones militares, 55 elementos humanos, 15 toneladas de equipo y una clínica móvil capaz de atender a 500 personas heridas. Con todo, el mandatario fue categórico al comentar que, sin reformas, el Líbano continuará hundiéndose. [8]
¿A qué se refería Macron?
Antes de la explosión, el Líbano vivía una crisis generalizada. En octubre de 2019 estallaron manifestaciones populares en contra del sistema político, de la situación económica y de las condiciones de vida, que cesaron momentáneamente con el confinamiento por la pandemia, pero que se reactivaron en abril, aun en medio de la contingencia sanitaria.
Económicamente, el Líbano es el tercer país más endeudado del mundo, con una deuda que asciende a 85,000 millones de dólares (mdd): el 150 por ciento del PIB del país, [9] y aunque se declaró en moratoria, no se ha logrado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La libra libanesa ha perdido entre el 50 y el 60 por ciento de su valor en los últimos meses. Para evitar la caída definitiva de la moneda, los bancos impiden a las y los ciudadanos retirar dólares. Además, productos de primera necesidad han multiplicado sus precios a un grado prohibitivo; por ejemplo, un kilo de carne equivale al 15 por ciento del salario mínimo mensual. [10]
La economía del Líbano se ha sostenido por el turismo y las remesas, y mientras el uno por ciento de la población concentra el 40 por ciento de la riqueza del país, la mitad de las y los habitantes viven bajo la línea de pobreza. Con la crisis sanitaria, el desempleo creció hasta llegar al 30 por ciento, y se ha calculado que la nación necesita de 25 a 30 mil millones de dólares en asistencia por los próximos cinco años. [11]
No obstante, los comentarios de Macron estaban dirigidos más bien a la necesidad de reformar el sistema político. ¿Hasta qué grado la población se siente representada por el gobierno que ha sido dominado por los mismos poderes durante décadas? [12] La percepción generalizada es que no existe transparencia, y que predominan la corrupción y el desvío de fondos. Oligarcas de comunidades confesionales controlan los flujos financieros del Estado en un sistema político que distribuye recursos de acuerdo con el peso demográfico y el equilibrio político entre las diferentes comunidades: las sunitas (mayoritarias), las cristianas, las chiitas, las drusas y otras subcategorías religiosas. [13] A esto se suman las y los refugiados palestinos y ahora sirios. Y todos los intentos de nacionalidad secular común han fracasado.
La explosión ha impactado al mundo por una multiplicidad de razones; sin duda, por las lamentables pérdidas humanas y por sus consecuencias en la vida de miles de personas, pero también por lo que empieza a asomar: la responsabilidad de quienes están en los gobiernos de conducirse por una causa superior que vaya más allá de facciones y compromisos cortoplacistas.
Un texto de Rabih Alameddine, publicado en The Washington Post, [14] impacta por el hartazgo que transmite y por el llamado de atención a nivel global:
…es probable que el desastre no haya sucedido sólo porque una persona haya sido negligente o incluso porque haya sido intencionadamente un criminal […] Pero no importa ahora. No se trata de un individuo o de cierto grupo. No son manzanas podridas, es todo el huerto. Es un fallo sistémico de la gobernabilidad […] El gobierno debe irse. Todos ellos. Cada uno de ellos. Es suficiente. Fuera.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
Fuentes
[1] Mauricio Meschoulam, “Tragedia en Líbano: algunos apuntes”, El Universal, 5 de agosto de 2020: https://bit.ly/2XEG4re
[2] Mauricio Meschoulam, “¿Hezbollah en México?”, El Universal, 17 de agosto de 2019: https://bit.ly/3a8q5H2
[3] Jessie Yeung y Luke McGee, “What we know about the Beirut blast”, CNN, 6 de agosto de 2020: https://cnn.it/31yK4KL
[4] Michael Safi, Andrew Roth y Martin Chulov, “Beirut explosion: anger at officials grows after missed warnings”, The Guardian, 6 de agosto de 2020: https://bit.ly/2DH3jd8
[5] Idem.
[6] S/A, “La ONU liberará cerca de 7,5 millones de euros para apoyar a los hospitales de Líbano tras las explosiones en Beirut”, Europa Press, 6 de agosto de 2020: https://bit.ly/33Ddp9z
[7] Tara John et al., “Beirut explosion rocks Lebanon’s capital city”, CNN, 6 de agosto de 2020: https://cnn.it/3inqAj0
[8] Idem.
[9] Samir Naïr, “Líbano en el apocalipsis”, El País, 6 de agosto de 2020: https://bit.ly/2PBPUpq
[10] S/A. “Beirut after the blast: the crunch of glass, acrid smoke and stairs slick with blood”, The Economist, 5 de agosto de 2020: https://econ.st/31v1vfx[11] Amir Asmar, “What’s Driving Lebanon’s Midpandemic Protests?”, Council on Foreign Relations, 21 de mayo de 2020: https://on.cfr.org/3ipb9qz
[12] Samir Naïr, op. cit.
[13] Idem.
[14] Rabih Alameddine, “As Beirut mourns, our failed leadership looks for someone to punish. I say they must all go”, The Washington Post, 5 de agosto de 2020: https://wapo.st/30DcTqp