FARO INTERNACIONAL: UNA MIRADA A LAS NOTICIAS RELEVANTES EN EL MUNDO

COVID-19: nuevos retos en la lucha mundial contra la obesidad y el sobrepeso

 

Recientemente, un estudio británico reveló que las personas con obesidad tienen un 40 por ciento más de probabilidades de fallecer si contraen la COVID-19, en comparación con quienes mantienen un peso saludable. [1] En respuesta, el Gobierno del primer ministro, Boris Johnson, presentó un plan para restringir la venta y el consumo de comida chatarra en Reino Unido. La iniciativa busca combatir el problema de la obesidad y el sobrepeso, al tiempo de disminuir la mortalidad entre las personas que se contagien del virus.

Otros documentos han confirmado igualmente que el exceso de peso es uno de los principales factores de mortalidad entre las y los contagiados, ya que, por su condición per se, éstos tienen mayores posibilidades de ingresar a un hospital, requerir cuidados intensivos, enfermar de gravedad e incluso morir.

Desde 1975, las cifras de obesidad y sobrepeso han reflejado un incremento alarmante entre la población mundial, y, aunque son condiciones que ya no distinguen edad, género o nivel de ingreso socioeconómico, [2] prevalecen en mayor medida entre las personas en situación de pobreza y las de menores ingresos. Para enfrentar esta creciente problemática que afecta tanto el bienestar individual como el desarrollo económico de cualquier Estado, otros gobiernos ya han implementado medidas similares a las adoptadas en Reino Unido.

No obstante, la actual correlación obesidad/sobrepeso–COVID-19–mortalidad marca un punto de inflexión en la lucha mundial contra el exceso de peso, en la que los desafíos se potencializan a partir de tres escenarios: 1) los retos sanitarios, económicos, políticos y sociales para los gobiernos se multiplican no sólo por la crisis sanitaria ocasionada por el virus, sino también por las consecuencias negativas de la pandemia hacia las personas en situación de pobreza; 2) estas consecuencias negativas —pérdida de empleo, inseguridad económica, caída del ingreso, confinamiento y falta de acceso a los alimentos— favorecerán que se engrosen las filas de la pobreza, así como las crisis en salud, desigualdad, inseguridad y pobreza alimentaria, y 3) la falta de acceso a alimentos saludables, ya sea por el confinamiento o por la pérdida de ingresos, incrementará las cifras de obesidad y sobrepeso.

 

Obesidad–COVID-19–mortalidad: desafíos a la acción gubernamental

Los países con mayor tasa de obesidad mundial son Estados Unidos, México, Reino Unido, Nueva Zelanda, Hungría, Australia y Canadá. De éstos, los tres primeros se colocan entre las diez naciones con mayor número de contagios y de fallecimientos acumulados por la COVID-19.

 

 

 

A partir de 2010, cuando la OCDE publicó su primer informe sobre obesidad en el mundo, las respuestas a nivel nacional y a escala mundial para combatir esta situación han sido diversas. Para los gobiernos, el desafío clave ha sido desarrollar medidas que incidan en la salud pública y que permitan ejercer los derechos de las y los consumidores a una alimentación sana y nutritiva.

Distintos organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial, entre otros, han enfatizado la necesidad de que las estrategias nacionales propicien una alimentación saludable; estimulen la actividad física; incorporen regulaciones como el etiquetado frontal o en los menús de los alimentos con alto contenido de azúcar, grasa o sal, y regulen la publicidad y comercialización de alimentos chatarra.

Además de las recientes adopciones en Reino Unido, el Banco Mundial señala el caso de México [3] como un ejemplo exitoso de combate a la obesidad y el sobrepeso

—aunque estudios confirman que es necesario hacer más—, y apunta que otros 47 países también ya aplican impuestos sobre los alimentos poco saludables, y regulan la comercialización y publicidad de la comida chatarra.

Más allá de la acción gubernamental, la llegada del virus ha potencializado los múltiples factores económicos y sociales que contribuyen a la obesidad y el sobrepeso, por lo que, a la par de los avances en la lucha contra esta problemática, es necesario que los gobiernos continúen priorizando medidas inmediatas para proveer de alimentos e ingresos a las personas más vulnerables, con el objetivo de atender las consecuencias de la pandemia y aliviar en un futuro cuestiones como la crisis y el gasto en salud.

 

Posteriormente, será de utilidad revisar los enfoques integrales dispuestos por las organizaciones internacionales, pues más allá del etiquetado obligatorio, impuestos a alimentos no saludables y subsidios a los saludables, las recomendaciones plantean nuevos marcos en la educación a las y los consumidores y en los programas de nutrición durante la primera infancia, así como el mejoramiento del diseño urbano, apoyo a la agricultura y la ejecución de políticas de prevención.

 

 

COVID-19 incrementará obesidad y sobrepeso entre las personas en situación de pobreza

La obesidad y el sobrepeso afectan más a quienes tienen menos ingresos, ya que la falta de recursos económicos condiciona muchas veces la compra de alimentos que complementen una dieta saludable. En 2019, cerca de 2 mil millones de personas carecían de acceso regular a alimentación segura, nutritiva y suficiente, y 3 mil millones no tuvieron acceso a dietas saludables ricas en frutas, verduras y proteínas. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) advierte que, este año, debido a las pérdidas en el ingreso, se duplicará la inseguridad alimentaria aguda en los países de ingreso bajo y mediano.

Esta situación de desigualdad, inseguridad y pobreza alimentaria entre las personas más pobres empeorará por las consecuencias de la pandemia de COVID-19, y con esto, sin duda, las cifras de obesidad también podrían incrementarse, a medida que los alimentos saludables sigan fuera del alcance de miles de millones de personas.

La recesión económica generada por la crisis sanitaria mundial ya muestra efectos devastadores para las personas más pobres, y con la pérdida del empleo, los ingresos han caído, aumentando los niveles de pobreza. “Los medios de vida de estas familias están destruidos, mientras luchan por comprar productos básicos como alimentos y medicinas, y muchas personas no saben de dónde vendrá su próxima comida”, refiere el PMA.

 

El confinamiento, además, limita el suministro, el acceso y la compra de alimentos, particularmente frescos, lo que ha inclinado la balanza hacia un mayor consumo de productos no saludables y comida chatarra. La ONU señala que es un problema de acceso y no de disponibilidad, pues estas personas están eligiendo alimentos más baratos y menos saludables. Ante la oportunidad que la crisis representa para la venta y adquisición de comida chatarra, el Banco Mundial propone implementar acciones inmediatas y a mediano plazo. Entre ellas, garantizar alimentos a precios asequibles para las comunidades pobres; asegurar una mejor nutrición y reorientar el gasto público para mejorar la salud y la nutrición.

 

 

 

Más que una oportunidad para combatir la obesidad y el sobrepeso, la COVID-19 ha demostrado que, si no se implementan medidas urgentes, estas problemáticas prevalecerán y se potencializarán como graves desafíos a la acción del Gobierno. En la tarea, hará falta que la respuesta institucional insista además en generar conciencia social, no sólo para proteger a las sociedades del virus, sino también para impulsar mejores estilos de vida, más saludables e inclusivos.

 

Bibliografía

Fuentes

[1] Dos tercios (el 63 por ciento) de las y los adultos están por encima de un peso considerado saludable; el 36 por ciento de ellos tiene sobrepeso, y el 28 por ciento, obesidad. Ambos problemas están presentes también en uno de cada tres niñas y niños de entre 10 y 11 años de edad. El 8 por ciento de pacientes que han ingresado en estado crítico a causa del virus tienen obesidad mórbida, frente al 2,9 por ciento entre la población en general. Patricia Tubella, “El Plan del Reino Unido contra la obesidad: limitar la publicidad de la comida basura y dar información nutricional”, El País, 27 de julio de 2020. Consultado el 3 de agosto de 2020 en: https://elpais.com/sociedad/2020-07-27/el-plan-del-reino-unido-contra-la-obesidad-limitar-la-publicidad-de-la-comida-basura-y-dar-informacion-nutricional.html

[2] Desde 1975, la cifra de personas adultas que sufren sobrepeso u obesidad en el mundo se ha triplicado, actualmente son más de 2,000 millones y representan a más de un cuarto de la población mundial. Del total, el 70 por ciento de las y los adultos obesos vive en países de ingreso mediano o bajo, y el 55 por ciento del aumento mundial se registra en zonas rurales. Marjorie Delgado, “La obesidad: es hora de actuar en América Latina”, El País, 10 de febrero de 2020. Consultado el 4 de agosto de 2020 en: https://elpais.com/economia/2020/02/10/actualidad/1581344196_313136.html

[3] México aprobó un impuesto del 10 por ciento a bebidas azucaradas y alimentos no esenciales con alto contenido calórico, y es uno de los cuatro países de la OCDE que han introducido el etiquetado de alimentos obligatorio en la parte frontal de los envases. OCDE, “La pesada carga de la obesidad. La economía de la prevención”, 2019. Consultado el 4 de agosto de 2020 en: https://www.oecd.org/mexico/Heavy-burden-of-obesity-Media-country-note-MEXICO-In-Spanish.pdf

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA