Bienestar animal

Respetar a los animales es también otra manera civilizatoria de cambiar la historia de inseguridad que tiene herido al país, y empezar a formar una nueva generación que valore la justicia y la paz.

Los esfuerzos jurídicos por proteger la integridad de los animales no humanos se remontan hasta mediados del siglo XIX en Europa, y cuentan con antecedentes contemporáneos, como en Alemania, en donde desde 2002 el Estado resguarda sus derechos, o en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, que cuentan con esquemas interinstitucionales en casos de abuso contra estos seres, que frecuentemente se ven asociados con otros tipos de violencia: doméstica, de género y contra menores.

La crueldad hacia los animales se ha asociado como predecesora de la delincuencia y la criminalidad, lo que argumenta en favor de los posibles alcances sociales de la protección animal, pero además se trata de un tema de justicia, al asegurar que la integridad de los seres más vulnerables será respetada. Si aspiramos a tener una sociedad más equitativa, éste es el punto de inicio.

No se trata de un acto de caridad, percepción o bondad, sino de entender que en el reino animal todas las especies debemos aprender a convivir de manera pacífica. Esto es importante en especial para los seres humanos, pues erradicar el maltrato animal es también una acción encaminada a prevenir otro tipo de delitos.

Por ejemplo, datos recopilados a lo largo de más de 80 albergues en Latinoamérica y España muestran que el  79.3 por ciento de los refugios ha reconocido una relación entre la violencia familiar y el maltrato animal; el 71 por ciento de las mujeres que ingresan en centros de acogida informaron que su agresor había herido, mutilado o amenazado con dañar a un animal, para controlar psicológicamente a las víctimas, y que el 87 por ciento de estos incidentes se produjo en presencia de mujeres.

En nuestro país, a pesar de que en un número importante de entidades federativas ya se han modificado los respectivos códigos penales para establecer sanciones contra quienes violenten animales, resulta necesario contar con una Ley General de Bienestar Animal que homologue y procure los parámetros en todas las áreas de su explotación y aprovechamiento.

Con tal objetivo, junto a la senadora Rocío Adriana Abreu Artiñano presenté la iniciativa pertinente para lograr una regulación integral que contemple los ámbitos jurídico, educativo, cultural y de salud en la protección de la integridad y dignidad de los animales, para lo cual se distinguen conceptos como el de “animal de compañía”, “animal destinado para consumo”, “animal doméstico” y “animal en trabajo”, con la finalidad de diferenciar las relaciones humano-animal, y las respectivas competencias de las autoridades, además de plantear la creación de consejos ciudadanos por estados, que vigilarían el cumplimiento del nuevo ordenamiento. Con ello se daría otro paso hacia la reparación de nuestro dañado tejido social.

Respetar a los animales es también otra manera civilizatoria  de cambiar la historia de inseguridad que tiene herido a nuestro país, y empezar a formar una nueva generación que valore la justicia y la paz.

 

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