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La educación en el contexto de la COVID-19

El 4 de agosto de 2020, el secretario general de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, presentó el informe denominado La educación en tiempos de COVID-19 y más allá, [1] advirtiendo que, debido al cierre forzado de las escuelas, existe el riesgo de un déficit de aprendizaje, que podría impactar a más de una generación de estudiantes.

 

Ese déficit no es algo nuevo, ya que, desde antes, diversos países afrontaban este reto. En tal sentido, cabe destacar que, de continuar las tendencias actuales, por ejemplo, la falta de colaboración entre distintos sectores, a fin de mejorar la educación, una mayor inversión en el ámbito educativo o la disponibilidad de datos para la elaboración de políticas precisas y un mejor aprovechamiento del dinero, entre otras, no se cumplirá con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4, dedicado a lograr una educación inclusiva y de calidad para todos(as) para 2030, como lo ha advertido la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

 

Pero no sólo es esto: otros datos dejan ver que, antes de la pandemia, más de 250 millones de niñas y niños no estaban escolarizados, y casi 800 millones de personas adultas eran iletradas, lo cual permite dimensionar que el reto de la educación es un asunto de atención, justicia e igualdad social muy importante.

 

Lo anterior, sin olvidar que existe un desafío formidable para cumplir con el derecho humano a la educación, consagrado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como en otros instrumentos internacionales, como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art.13) y en la Convención sobre los Derechos del Niño (arts. 28 y 29).

 

La pandemia de COVID-19 vino a agudizar este desafío para todos los países y los gobiernos. Baste señalar que, debido a los cierres de las escuelas por esta enfermedad, han sufrido perjuicio 1.6 mil millones de estudiantes, en el momento más elevado de la crisis, en más de 190 naciones alrededor del mundo. Esto significa que el cierre de los centros educativos y otros lugares de aprendizaje ha impactado al 94 por ciento de la población estudiantil mundial y hasta al 99 por ciento en países de ingreso bajo y medio. Para completar este escenario, la UNESCO ha informado que 24 millones de alumnas y alumnos podrían abandonar los estudios en 2020.

 

Desde luego, el cierre de escuelas ha sido una medida necesaria para contener los contagios y los decesos entre la niñez y la juventud. Sin embargo, este estado de cosas ha empezado a cambiar, y algunos países han iniciado nuevamente las clases, de acuerdo con sus niveles de control de la pandemia, y no siempre con éxito. Por ejemplo, en Israel la reanudación tuvo lugar hacia finales del mes de mayo, pero fue demasiado pronta.[2] Esto propició contagios que se acumularon, particularmente en una secundaria de Jerusalén con 154 estudiantes y 26 integrantes del personal que tuvieron la enfermedad. La COVID-19 se propagó a las casas de las y los educandos y, posteriormente, a otros centros escolares y vecindarios, contagiando a docentes, alumnado y familiares. El profesor de epidemiología de la Universidad Hebrea y la Escuela de Salud Pública de Hadassah, Hagai Levine sostuvo que “abrir el sistema educativo es necesario, pero gradualmente, con ciertos límites, y debe hacerse de una manera muy cuidadosa”. [3]

 

 

Otros países en el mundo han hecho lo propio, buscando el equilibrio entre la salud y el comienzo de la actividad educativa, la cual es indispensable para no interrumpir el aprendizaje ni la interacción social; proveer a las y los estudiantes de un desayuno o de una comida gratuitos en las escuelas; evitar la deserción escolar; no afectar a las madres y los padres en su asistencia a sus lugares de trabajo; no incrementar la violencia contra niñas y mujeres en casa; evitar embarazos no deseados o matrimonios forzados; no agrandar la brecha de habilidades socioeconómicas; no provocar inestabilidad económica en las personas hacia el futuro; generar igualdad, y promover el ascenso social y el ejercicio de otros derechos humanos, entre otros aspectos. Es claro que entre más larga sea la interrupción escolar, mayor será la pérdida del aprendizaje; sin embargo, la reapertura escolar se debe realizar con mucho cuidado y atención.

Si bien en Asia y Europa se han ido reanudando progresivamente las clases —porque en esos continentes la pandemia se presentó antes que en América—, para mediados de julio las escuelas permanecían cerradas en más de 160 países, lo que ha perjudicado a mil millones de estudiantes;

esto, aunado al hecho de que más de cien naciones no han previsto fechas de reapertura de clases. Ello tendrá, desde luego, un impacto en el mercado laboral, ya que las y los trabajadores, junto con el alumnado, son más capaces de enfrentar los desequilibrios provocados por acontecimientos como las crisis económicas, ya que pueden adaptarse rápidamente a las necesidades de quienes les dan empleo y a las nuevas tecnologías.

 

La pandemia también ha impactado al sector laboral, debido, por ejemplo, a la reducción de horas de trabajo para muchas personas en diversos continentes. En América, este descenso se ha estimado en un 13,1 por ciento, [4] a partir del mes de abril, mientras que en Europa y en Asia Central ha llegado a un 12,9 por ciento. [5] A ello se suma el hecho de que más del 16 por ciento [6] de las y los jóvenes no labora desde el comienzo de la pandemia. En este sentido, Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señaló, en relación con las personas jóvenes, que, “si su talento y energía son marginados por falta de oportunidades o de competencias, esto ocasionará un daño al futuro de todos nosotros y hará que sea mucho más difícil reconstruir una economía post-COVID”. [7]

 

Sin embargo, hace ya algunas semanas —y afortunadamente—, el descenso de contagios y muertes por la pandemia se ha presentado en diversos países. Ello ha generado que algunas naciones, como se ha señalado, se encuentren retomando las clases y la enseñanza escolar. Entre ellas se encuentran las siguientes:

 

  • Francia: lo ha hecho de manera parcial con pequeños grupos de estudiantes por salón, y la incorporación prioritaria de quien necesite más seguimiento educativo, y con un protocolo sanitario estricto.

 

  • Dinamarca: se abrieron más de la mitad de las escuelas para estudiantes de hasta 11 años, a partir del 15 de abril, siendo el primer país europeo en abrir sus centros educativos, los cuales deciden las normas para que un docente o alumno(a) permanezca en casa o sea apto para acudir a la escuela. Asimismo, habrá un espacio mayor entre pupitres, lavado de manos cada dos horas y durante al menos un minuto, así como distancia de dos metros para ingresar a las escuelas, además de aulas y espacios suficientemente ventilados.

 

  • China: la apertura ha sido gradual, y cada provincia decide cuándo retomar las clases, a través de un modelo que rige en todo el país, el cual ha privilegiado el retorno de estudiantes de mayor edad, hasta llegar a primaria y preescolar.

 

  • Uruguay: el retorno a clases comenzó el 26 de mayo, y ha sido de manera gradual, por etapas y voluntario, siendo el primer país de América Latina que retomó la modalidad presencial. Cabe señalar que, al 30 de julio de 2020, no se habían detectado contagios en los centros educativos: [8] una muy buena noticia para esa nación y para toda la comunidad latinoamericana, pues permite ver que el virus no es invencible, siempre que se atiendan las medidas adecuadas para combatirlo, y con la participación voluntaria y decidida de la población.

 

  • Estados Unidos: aunque el presidente Donald Trump ha pedido el regreso a clases y la reapertura de las escuelas desde hace varias semanas, aún persiste una importante polémica al respecto entre la sociedad y en cada uno de los estados federados. Algunas universidades, como la de Boston, han decidido brindar sus cursos en línea, lo mismo que algunos distritos educativos en los estados de Atlanta, Houston y Los Ángeles, mientras que en otros se plantea un sistema híbrido, que combina la asistencia presencial a clases y los cursos a distancia.

 

  • México: el Gobierno federal anunció el martes 4 de agosto que, ante la imposibilidad del regreso a clases presenciales, el ciclo lectivo 2020-2021 comenzará el día 24 de este mes, a través de los medios de comunicación, en particular de la televisión abierta, derivado del acuerdo al que se llegó con los cuatros principales consorcios televisivos. Para ello, habrá instrumentos adicionales, como los libros de texto gratuito, el respaldo de profesoras y profesores, y las transmisiones por radio.

Todo lo anterior, sin transgredir los derechos laborales de las y los trabajadores de la educación y utilizando siempre el diálogo, la comunicación y el consenso, en particular con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

 

Sin duda, la pandemia ha cambiado la forma de educar en el mundo. No obstante, el reto que presenta esta situación nos convoca a imaginar, innovar y, sobre todo, a mostrar solidaridad con quienes más lo necesitan, para que no se queden atrás.

 

El equilibrio entre la salud de la niñez y su enseñanza para el porvenir es una tarea que a todas y todos convoca e involucra, sin distinciones de ningún tipo.

 

Una de las mejores formas de hacer frente a un fenómeno hasta ahora mundialmente inédito —como la COVID-19— es, a partir del conocimiento y de la enseñanza, es decir, de la educación para todas y todos, protegiendo el financiamiento de la misma, invirtiendo en infraestructuras digitales, apoyando al magisterio, fortaleciendo la educación pública, laica y gratuita y, sobre todo, apoyándonos y apoyando a nuestras niñas, niños y jóvenes para el futuro.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

Fuentes

[1] ONU, Policy brief: Education during COVID-19 and beyond, agosto de 2020, consultado en: https://bit.ly/33U6QzR el 7 de agosto de 2020.

[2] Kershner-Belluk, “Israel reabrió las escuelas cuando el coronavirus amainó. No fue buena idea”, 6 de agosto de 2020, The New York Times, consultado en: https://nyti.ms/2XVyaK8 el 7 de agosto de 2020.

[3] “Coronavirus: el ‘fracaso’ del regreso a clases en Israel”, 5 de agosto de 2020, consultado en: https://bit.ly/3kFyc2w el 7 de agosto de 2020.

[4] ONU, “Más del 16% de los jóvenes carece de empleo debido a la pandemia del coronavirus”, 27 de mayo de 2020, consultado en: https://bit.ly/3iFb7v7 el 10 de agosto de 2020.

[5] Ibid.

[6] Ibid.

[7] Ibid.

[8] S/A, “¿Qué se puede aprender del regreso a clases de Uruguay”, El Universal, 30 de julio de 2020, consultado en https://bit.ly/30RaSaj el 11 de agosto de 2020.