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COVID-19: impacto negativo en la crisis mundial de seguridad alimentaria y nutrición

La pandemia de la COVID-19 ha intensificado la crisis alimentaria y nutricional que el mundo ya vivía antes de su llegada. Sin embargo, el problema central no es necesariamente la falta de alimentos, sino el funcionamiento de los sistemas alimentarios. Luego del confinamiento, el reto está en reforzar estos sistemas en los que el desperdicio de alimentos y una dieta saludable son dos elementos centrales para repensar.

La última edición del informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, estima que el número de personas afectadas por el hambre a nivel mundial ha ido aumentando lentamente desde 2014, y que la carga de la malnutrición en todas sus formas sigue constituyendo un desafío.[1] Tan solo en 2019, alrededor de 690 millones de personas (casi el nueve por ciento de la población mundial) pasaron hambre: un incremento de 10 millones de personas en comparación con las cifras de 2018, y de casi 60 millones respecto a los datos de cinco años atrás.[2]

El documento también indica que, pese a que se han logrado ciertos progresos, éstos se encuentran estancados, y los indicadores y tendencias actuales muestran que el mundo no podrá acabar con el hambre y la malnutrición para 2030. Ésta fue una meta que los Estados miembros de las Naciones Unidas se plantearon en 2015, cuando adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, [3] por lo que reforzar los sistemas de producción y distribución de alimentos es fundamental para luchar contra el hambre y la inseguridad alimentaria, advierte la FAO. [4]

Oxfam International menciona que “cerca de mil millones de personas se acuestan con hambre cada noche. No porque no haya alimentos suficientes para todo el mundo, sino debido a las profundas injusticias que se cometen a la hora de producir y acceder a ellos”. [5] El problema no está en la falta de alimentos, sino en la fragilidad, disparidad y desigualdad en los sistemas alimentarios mundiales, elementos que la pandemia ha venido a evidenciar, de la misma manera en que ha intensificado la crisis alimentaria y nutricional que ya experimentaba el mundo.

 

En el mundo, más de 3,000 millones de personas no se pueden permitir una dieta saludable…

 

Las consecuencias del confinamiento (desempleo, caída de los ingresos, pérdida de remesas y aumento en los precios de los alimentos) limitan y afectan la demanda, la cadena de suministro, la producción y el acceso a alimentos suficientes, diversos y nutritivos. Y a pesar de que esta situación afecta tanto a países desarrollados como a naciones en desarrollo, la FAO advierte sobre la probabilidad de que se deterioren aún más la seguridad alimentaria y el estado nutricional de los grupos de población más vulnerables (las personas que viven permanentemente en la cúspide del hambre, la desnutrición y la pobreza extrema). [6]

Según las estimaciones más recientes de las Naciones Unidas, al menos unos 83 millones de personas más, y posiblemente hasta 132 millones, podrían pasar hambre en 2020, como consecuencia de la recesión económica desencadenada por la pandemia. Esto se sumaría a los 690 millones que ya padecen hambre. Al mismo tiempo, 135 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria aguda y necesitan ayuda humanitaria urgente. El Banco Mundial, por su parte, señala que las repercusiones económicas de la COVID-19 podrían empujar a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema. [7] Respecto al panorama regional, la cantidad de personas que padecen hambre es mayor en Asia (381 millones), pero está creciendo con más rapidez en África (250 millones) y, en tercer lugar, en América Latina y el Caribe, con 48 millones. [8]

Una dieta poco saludable y el desperdicio de alimentos son dos elementos para considerar a la hora de repensar los sistemas alimentarios mundiales, ya que, luego del confinamiento, con la caída del ingreso y el aumento en el costo de productos básicos perecederos, el cambio en los patrones de alimentación y de consumo podría ser contraproducente para una nutrición sana y equilibrada. Al mismo tiempo, en la cadena de suministro, disminuir la pérdida y el desperdicio de alimentos ayudaría en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria.

 

América Latina: la pobreza incrementará el hambre y la inseguridad alimentaria

 

 

Los países latinoamericanos tienen problemas de larga data, como la falta de seguridad alimentaria, la fragilidad de las economías y la desigualdad profunda. A esto se ha sumado la llegada del nuevo coronavirus, cuyo impacto se ha sentido de manera más aguda al registrar más de una cuarta parte de los casos a nivel mundial. [9]

El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) ha advertido que, en esta región, el hambre y la inseguridad alimentaria van en aumento, creando un ambiente propicio para los conflictos y la emigración de su población más vulnerable. El PMA estima que el incremento en el número de personas en situación de inseguridad alimentaria grave durante los próximos meses será del 269 por ciento, es decir, 16 millones de habitantes de Latinoamérica no tendrán la certeza de que comerán el día siguiente. En 2019, esa cantidad llegaba a 4,3 millones. [10]

Cabe tener presente que, para esta región, la causa del hambre tampoco está en la falta de alimentos, sino en la pobreza, y con el impacto de la COVID-19, durante 2020, la tasa de pobreza podría aumentar del 30,3 al 37,2 por ciento, en tanto que la pobreza extrema, del 11 al 15,5 por ciento. [11] Bajo este panorama, existe especial preocupación por la población vulnerable en Haití y en los países del corredor centroamericano, así como por la de Venezuela que ha migrado a Colombia, Ecuador y Perú. [12]

Aunque todavía no hay datos disponibles sobre el aumento de la pobreza multidimensional, la ONU plantea tres escenarios de deterioro variable, en los que el 10, 25 y 50 por ciento de las personas en situación de pobreza multidimensional o vulnerables entran en situación de desnutrición, y la mitad de las niñas y los niños en edad de educación primaria dejan de asistir a la escuela. En cualquiera de estos escenarios, los niveles de pobreza podrían volver a los de hace ocho o diez años. Incluso, si se examina sólo el impacto sobre la nutrición, de no poner freno o revertir rápidamente al aumento previsto en la desnutrición, se podría retroceder a niveles de hace tres o hasta seis años. [13]

En México, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) considera que el número de personas en situación de pobreza pasará de 52,4 a 62,2 millones, debido a la crisis económica generada por la pandemia. Con este aumento de casi 10 millones de personas, alrededor de la mitad de la población total (127 millones) sufriría esta situación. La CEPAL calcula que la pobreza extrema en México podría aumentar del 11,1 al 15,9 por ciento este año,[14] y un reciente estudio de la UNAM indicó que al menos 16 millones de personas ya han caído en situación de pobreza extrema por ingresos. [15]

A la par, las estimaciones de la FAO indican que un 12,3 por ciento de la población se ubicará por debajo del nivel mínimo de consumo de energía alimentaria (en situación de desnutrición), un crecimiento acelerado si se compara con el 7,1 por ciento reportado en el periodo de 2017 a 2019. [16] En la actual administración se han destinado diversas ayudas para hacer frente a la situación de vulnerabilidad de una parte importante de nuestra  población. Entre éstas, un programa de un millón de microcréditos de 25,000 pesos para pequeños comerciantes inscritos en el programa Tandas para el Bienestar; el Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo; la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, y de las personas con discapacidad.

 

Dieta poco saludable vs. desperdicio de alimentos

Superar el hambre y la malnutrición en todas sus formas va más allá de conseguir alimentos suficientes para sobrevivir: la alimentación de las personas debe ser nutritiva. Sin embargo, uno de los principales obstáculos es el elevado costo de los alimentos nutritivos y la escasa asequibilidad de las dietas saludables para un gran número de familias. En el mundo, más de 3,000 millones de personas no se pueden permitir una dieta saludable, lo cual se ha agudizado por la caída del ingreso y la falta de accesibilidad a los mercados de alimentos tras la pandemia. El informe de la FAO citado al inicio de este análisis presenta pruebas de que una dieta saludable cuesta mucho más de 1,90 dólares al día —considerado el umbral internacional de la pobreza—, y adiciona que los alimentos con alto contenido de nutrientes, como los productos lácteos, las frutas y las hortalizas, además de los proteínicos (de origen vegetal y animal), constituyen los grupos de alimentos más caros del mundo. [17]

En respuesta, la FAO recomienda transformar los sistemas alimentarios, con miras a reducir el costo de los alimentos nutritivos y mejorar la asequibilidad de las dietas saludables. Si bien las soluciones específicas varían de un país a otro, uno de los factores por considerar en cualquier acción de respuesta es el desperdicio de alimentos, el cual se refiere a la disminución en la cantidad o calidad de los mismos, como resultado de las decisiones y acciones de los minoristas, proveedores de servicios alimentarios y personas consumidoras, [18] un problema mundial que antecede a la pandemia, pero que también ha empeorado con el confinamiento, con una tasa anual de un tercio del total de los alimentos que se producen en el mundo. [19]

Dos casos recientes sobre campañas para combatir el desperdicio de alimentos son los de Perú y China. El primero, en marzo pasado, puso en marcha su campaña nacional “Cero Desperdicios de Alimentos”, con el objetivo de informar, sensibilizar y educar a la ciudadanía sobre la prevención y reducción en las pérdidas y el desperdicio de alimentos, para contribuir a generar buenas prácticas en la producción, y un cambio de actitud y hábitos en el consumo de alimentos. [20]

Más recientemente, China lanzó su iniciativa “Plato Limpio 2.0”, para pedir a la población que no desperdicie alimentos, en razón de que la amenaza a la seguridad alimentaria de ese país radica precisamente en ello, y es de 93 gramos por persona, mientras que la tasa de residuo está en un 11,7 por ciento. El presidente Xi Jinping instó a su población a dejar de desaprovechar alimentos en medio de la pandemia, pues con los que se tiran a la basura se podría dar de comer a cerca de 200 millones de personas. [21] Igualmente, en la agenda internacional, es un tema central que ha sido debatido en espacios como el G20, con la finalidad de adoptar prácticas y generar consensos que puedan servir a todos los países. [22]

Tenemos una tarea urgente que exige una mayor actuación de la sociedad en su conjunto, y de cada persona consumidora en particular. El confinamiento ha dado lugar al deterioro de los productos perecederos, y al aumento del desperdicio de alimentos: simplemente, más del 40 por ciento de éste se genera en los hogares. Una reducción contribuirá a mejorar el rendimiento económico, la seguridad alimentaria, la nutrición y la sostenibilidad ambiental. Recuperar tan solo la mitad de lo que se pierde o se desaprovecha podría bastar para alimentar al planeta. [23]

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

Fuentes

[1] FAO, IFAD, UNICEF, WFP y WHO, The State of Food Security and Nutrition in the World 2020. Transforming food systems for affordable healthy diets, Roma, 2020, fao.org. Consultado el 1 de septiembre de 2020 en: https://doi.org/10.4060/ca9692en

[2] FAO, “Con el aumento del hambre y la persistencia de la malnutrición, el logro del hambre cero para 2030 es dudoso, advierte un informe de las Naciones Unidas”, fao.org, Roma, 13 de julio de 2020. Consultado el 1 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3lMDklO

[3] PNUD, “Objetivo 2: Hambre cero”, undp.org, 2020. Consultado el 1 de septiembre de 2020 en:  https://bit.ly/3gRu3W3

[4] FAO, “Nueva enfermedad por coronavirus (COVID-19)”, fao.org, 2020. Consultado el 1 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/2QQuYLK

[5] OXFAM International, “Alimentación, crisis climática y recursos naturales”, oxfam.org, s. f. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en:  https://bit.ly/31SGP2v

[6] FAO, IFAD, UNICEF, WFP y WHO, op. cit.

[7] FAO, “Nueva enfermedad por coronavirus (COVID-19)”, op. cit.

[8] FAO, “Con el aumento del hambre…”, op. cit.

[9] Noticias ONU, “La pandemia de COVID-19 provoca un aumento del hambre en América Latina”, news.un.org, 29 de julio de 2020. Consultado el 3 de septiembre de 2020 en:  https://bit.ly/2Dp5Fxt

[10] Idem.

[11] ONU, Informe: El impacto del COVID-19 en América Latina y el Caribe, un.org, julio de 2020. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/2DnJFD0

[12] Noticias ONU, “La pandemia de COVID-19 provoca…”, op. cit.

[13] Noticias ONU, “COVID, hambre, pobreza y desigualdad: la combinación mortal que enfrenta América Latina”, news.un.org, 16 de julio de 2020. Consultado el 3 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3lInxEP

[14] AFP, “El coronavirus deja más pobreza durante su paso por México”, Expansión, sección Economía, 19 de junio de 2020. Consultado el 3 de septiembre de 2020 en:  https://bit.ly/35058xa

[15] Deutsche Welle, “COVID-19 llevó a la pobreza extrema a 16 millones de mexicanos”, dw.com, sección Actualidad/América latina, 12 de julio de 2020. Consultado el 3 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/34VC3mF

[16] Hernández, Leticia, “Crece la población con hambre en México: FAO”, El Financiero, sección Economía, 14 de julio de 2020. Consultado el 3 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3lN2QHF

[17] OMS, “Con el aumento del hambre y la persistencia de la malnutrición, el logro del hambre cero para ‎‎2030 es dudoso, advierte un informe de las Naciones Unidas”, who.int, Roma, 13 de julio de 2020. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/32Otojj

[18] FAO, “Plataforma técnica sobre la medición y la reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos”, fao.org, 2020. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3jKhP3v

[19] FAO, “Sistemas alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe: cómo disminuir las pérdidas y desperdicios de alimentos”, Boletín N.o 9, repositorio.cepal.org, 24 de junio de 2020. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3lK11eD

[20] Sputnik, “Perú y la FAO inician campaña contra el desperdicio de alimentos”, ElPaís.cr, sección Economía, Lima, 12 de marzo de 2020. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3hU7hOJ

[21] Wang, Qi, “Xi pide el fin del desperdicio de alimentos y China lanza la campaña ‘Plato Limpio’ 2.0”, spanish.peopledaily.com.cn, Beijing, 13 de agosto de 2020. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/3bsZgxJ

[22] Reuters Staff, “Food wastage an ‘enormous’ global concern, G20 says”, uk.reuters.com, Istanbul, sección Lifestyle, 8 de mayo de 2015. Consultado el 4 de septiembre de 2020 en: https://reut.rs/2QYC5BX

[23] FAO, “Pérdidas/desperdicios de alimentos”, fao.org, 11 de julio de 2016. Consultado el 2 de septiembre de 2020 en: https://bit.ly/2ELepia