La tensa carrera electoral brasileña

Brasil es considerada la cuarta democracia más grande del mundo, con cerca de 148 millones de votantes, ciudadanas y ciudadanos mayores de 16 años pueden ejercer este derecho, y de manera obligatoria las personas entre 18 y 70 años.

El próximo 2 de octubre las y los brasileños —en un contexto polarizado— eligirán a quienes asumirán la presidencia, vicepresidencia, 26 gobernaturas y, vicegobernaturas, así como a las y los integrantes del Congreso Nacional (un tercio del Senado federal y la totalidad de la Cámara de Diputados) y de todas las Cámaras legislativas estatales, para ejercer en el periodo 2023-2027.

Particularmente respecto a estas elecciones generales, analistas coinciden en que la carrera electoral tensa sobremanera a la democracia brasileña, y por ende la capacidad del Estado para hacerle frente a los desafíos presentes y futuros, en un ambiente de creciente desigualdad.[1]

Diversas voces han subrayado lo anterior: para el exsenador Cristovam Buarque, el ambiente de violencia puede derivar en una guerra civil; por su parte, el presidente saliente del Supremo Tribunal Electoral, Edson Fachin, afirmó que la próxima contienda electoral podría “tener un episodio más grave que el del Capitolio en los Estados Unidos”, y se ha invitado a la milicia a participar en la fiscalización del proceso. A esto se suman las declaraciones del actual presidente y contendiente a la reelección, Jair Bolsonaro, quien señaló que las urnas electrónicas no son confiables,[2] condicionando el reconocimiento del resultado a unas “elecciones limpias”.[3] Para la politóloga brasileña Talita Tanscheit, la campaña electoral parece que se centrará más en la descalificación del resultado.

En ese sentido, destaca el manifiesto emitido por la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo, firmado por cerca de un millón de personas, incluyendo expresidentes, personajes del ámbito académico y el derecho, además de sociedad civil, en el que se solicita que la sociedad brasileña esté “alerta en defensa de la democracia y del respeto al resultado de las elecciones”.[4] Los principales grupos empresariales del país también publicaron una carta similar.[5]

 

 

 

El llamado pareciera ya estar haciendo eco; según el Tribunal Superior Electoral de esa nación, estas elecciones contarán con dos millones de trabajadoras y trabajadores que se desempeñarán en los colegios electorales a nivel nacional, de los cuales, el 48 por ciento se inscribió espontáneamente para el servicio electoral voluntario, es decir, un 93 por ciento más que las pasadas elecciones de 2018.[6]

Con el inicio oficial de las campañas electorales el pasado 16 de agosto, formalmente más de una decena de candidatas y candidatos se presentaron a la contienda presidencial. Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista); la senadora centroderechista Simone Tebet (Movimiento Democrático Brasileño); Vera Lúcia Salgado (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado); Luiz Felipe D’Avila (Partido Novo); la senadora de derecha Soraya Thronicke (Unión Brasil); Léo Pericles (Unidad Popular); José Maria Eymael (Democracia Cristiana); Roberto Jefferson (Partido Laborista Brasileño); Sofia Manzano (Partido Comunista Brasileño) y, por último, Pablo Larcal (Partido Republicano de Orden Social) y el centrista André Janones (Partido Avante), ambos declinaron para apoyar al Partido de los Trabajadores.

Ninguno de las y los candidatos mencionados representan un apoyo superior al ocho por ciento del electorado, por lo que todo indica que la contienda será entre el candidato de extrema derecha del Partido Liberal y actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (con Walter Souza Braga Netto como su candidato a vicepresidente) y el expresidente progresista Luiz Inácio “Lula” da Silva, por el Partido de los Trabajadores (con Geraldo Alckmin para la vicepresidencia). [7]

En sus actos de precampaña, ambos candidatos afirmaban los ejes de sus campaña. Por una parte, Bolsonaro se centró en cuestionar el sistema de votación electrónico y en ganar simpatías entre las poblaciones vulnerables. En días previos, como presidente, logró una modificación constitucional para incrementar —a sólo tres meses de la elección y hasta diciembre de este año— el gasto social, que beneficiará a más de 33 millones de personas que pasan hambre.[8]

Por otra parte, el mandatario se ufanó de los logros de su Gobierno, el apoyo parlamentario y su alianza con los partidos contrarios y con los militares; este último se confirmó con su postulación del general retirado Braga Netto como candidato a la vicepresidencia.

 

 

Su discurso parece continuar con la misma línea de 2018: exaltación a la patria, a Dios y a la familia tradicional; rechazo al aborto y a la legalización de las drogas, y subraya el riesgo del comunismo y la defensa de la propiedad privada.

Bolsonaro inició formalmente su campaña hacia la reelección en la ciudad de Juiz de Fora, donde en 2018 fue apuñalado en un mitin electoral. Con el lema “Dios, patria, familia y libertad”, aseguró que Brasil no cortará relaciones con ningún país latinoamericano, sin importar su ideología.

Por su parte, una vez que en marzo del año pasado el líder de izquierda Lula da Silva tuviera acceso a la anulación de sus condenas por corrupción, recuperando así sus derechos políticos, pronunció un discurso en tono de candidato: vacunas para todos y creación de empleo. Posteriormente, bajo la coalición que integra a nueve partidos políticos lanzó el lema “Vamos juntos por Brasil”; afirmó que él es el verdadero padre de los pobres y señaló a Jair Bolsonaro de pretender crear confusión al estilo del expresidente estadounidense Donald Trump.[9]

Como sede de su primer acto oficial de campaña, el candidato del PT eligió las afueras de la fábrica automotriz en São Bernardo do Campo, al sur de São Paulo, donde inició como líder sindical, ponderando el legado presidencial en sus dos mandatos anteriores (2003 y 2011). Con el llamado “Ocupemos las calles y las redes”, pidió el voto para “cambiar de nuevo la vida del pueblo” y enfrentar la inflación, la pobreza, la escasez de alimentos, la falta de oportunidades de empleo y las amenazas a la democracia. Asimismo, rechazó el uso de la Iglesia como “escenario político”.[10] En cuanto a la política internacional, afirmó que buscaría un mayor acercamiento con los países que conforman los BRICS (Rusia, India, China y Sudáfrica), el Mercosur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

El primer debate presidencial televisivo del pasado 28 de agosto que reunió a las y los seis principales contendientes a la presidencia confirmó las visiones de país y los enfrentamientos entre los candidatos punteros. El debate se centró en acusaciones mutuas entre Bolsonaro y Lula da Silva, y los temas que causaron más tensión fueron corrupción, injerencia en la justicia, gestión de la pandemia y el hambre. Mientras el candidato Bolsonaro acusaba a Lula de liderar el “Gobierno más corrupto de la historia de Brasil”, el candidato del Partido de los Trabajadores aseguraba que “Este país se puede arreglar. Ya lo hice una vez. (…) [Haré] una verdadera guerra contra el retraso en educación”.[11]

 

 

La polarización que se ha gestado para las próximas elecciones también deja ver dos realidades encontradas de un mismo país. El Brasil que apoya a Bolsonaro lo integran sobre todo personas con amplio poder adquisitivo, hombres blancos, empresariado, fieles evangélicos y las Fuerzas Armadas. En contraste, el apoyo a Lula proviene de los grupos vulnerables, de la población más pobre, de las personas afrodescendientes, desempleados, mujeres, jóvenes y comunidad católica.[12]

Asimismo, desde las precampañas destacaban ciertos retos para ambos contendientes. La representación del voto de la comunidad evangélica es uno de ellos, ya que según varias encuestas su apoyo hacia Bolsonaro está cambiando de preferencia, y Lula da Silva aspira a integrarlos a su electorado. Bolsonaro se ha acercado a la comunidad católica.[13]

Asimismo, con la intención de impactar de manera positiva al 60 por ciento del voto femenino que rechaza al actual presidente, se integró a la campaña la participación de la primera dama de Brasil, Michelle Bolsonaro.

Para el pastor de izquierda Marco Davi de Oliveira, un posible cambio de intención del voto evangélico no necesariamente responde “al magnífico trabajo de la izquierda, sino que es una consecuencia del hambre del pueblo y quien consiga seducir a los evangélicos ganará estas elecciones”.[14]

Otro de los grandes desafíos es la falta de representatividad de la sociedad brasileña, integrada en un mayor porcentaje (un 51 por ciento) por mujeres, la mitad de la población es menor de 30 años y cerca del 56 por ciento se autodefine como afro o mestizo. Ninguno de los dos candidatos ha acogido a la diversidad social brasileña. Tanto Lula como Bolsonaro tienen como fórmula a la vicepresidencia a hombres blancos mayores de 60 años; a diferencia de las elecciones presidenciales anteriores en las que los aspirantes —con excepción de Bolsonaro— contemplaron a una mujer para este puesto.[15]

 

 

El último de los retos, no sólo para los candidatos, sino para las propias autoridades electorales, es el combate a las noticias falsas y a la desinformación en las redes sociales, que han intensificado la polarización entre los aspirantes.

La primera encuesta posterior al inicio oficial de las campañas, realizada por el Instituto Datafolha, muestra que el candidato del Partido del Trabajo tiene el 47 por ciento de la intención del voto, sin mostrar variaciones con respecto a los dos sondeos previos en precampaña. Por su parte, el candidato del Partido Liberal aumentó en tres puntos porcentuales la intención del voto, ubicándose en un 32 por ciento y reduciendo la ventaja de Lula a 15 puntos.[16] Estas cifras aún no contemplan las mediciones de la intención del voto posteriores al primer debate presidencial, pero teniendo en cuenta los votos válidos y excluyendo el porcentaje de indecisos, Datafolha prevé para Lula el 51 por ciento de votos, con lo que mantendría la posibilidad de obtener la victoria en primera vuelta.[17]

Lo cierto es que la incertidumbre y la probabilidad de un cambio de Gobierno en Brasil ya impacta de manera directa en diversas esferas, como la Amazonía brasileña que, ante una posible presidencia que implemente leyes de control más severas contra mineros y madereros ilegales, ha incrementado los incendios intencionales en las últimas semanas, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales. Para especialistas y ambientalistas de Brasil y otras naciones a esta estación seca se suma la próxima elección presidencial y la posibilidad de un cambio de política ambiental como un factor que aumenta la deforestación de la selva.[18] 

América y el mundo sin duda están a la espera de que en la próxima jornada electoral en Brasil perdure un clima de democracia tanto en las urnas como en las instituciones; el resultado es clave para la geopolítica regional y la interacción global.

América Latina ha dado pauta de transiciones fluidas y aceptación de resultados con las recientes elecciones en Colombia y Chile, ambos con nuevos gobiernos progresistas; incluso con electorados altamente polarizados y un entorno abarrotado de información en redes virtuales.

Esperemos que la elección brasileña continúe consolidando su camino democrático.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

Fuentes

[1] Oliver Stuenkel, “Brasil: polarización y riesgos para la democracia”. Carnegie Endowment for International Peace (17 de febrero, 2021), sec. Publications [En línea]: https://bit.ly/3R5BF9U [Consulta: 21 de agosto, 2022].

[2] Juan Arias, “Las artimañas violentas de Bolsonaro para no dejar volver a Lula”. El País (12 de julio, 2022), sec. Opinión, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3QUnEfM [Consulta: 21 de agosto, 2022].

[3] DW, “Jair Bolsonaro dice que respetará resultado si elecciones son “limpias””. DW (23 de agosto, 2022), sec. Actualidad, América Latina, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3wrcV44 [Consulta: 23 de agosto, 2022].

[4] Faculdade de Direito, “Letter to Brazilians in defence of the Democratic Rule of Law”. Faculdade de Direito-Universidade de São Paulo [En línea]: https://bit.ly/3KiQOCN [Consulta: 21 de agosto, 2022].

[5] Jack Nicas y André Spigariol, “Una duda se cierne sobre las elecciones de Brasil: ¿habrá golpe?”. The New York Times (22 de agosto, 2022),  sec. América Latina, ed. Español [En línea]: https://nyti.ms/3PPJf7E [Consulta: 22 de agosto, 2022].

[6] Márcio Falcão, “Eleição vai ter número recorde de mesários voluntários, diz TSE”. G1-O portal de notícias da Globo (22 de agosto, 2022), sec. Eleições [En línea]: http://glo.bo/3e75p83 [Consulta: 29 de agosto, 2022].

[7] Ramiro Cué Barberena, “Lula y Bolsonaro encabezan el arranque de la carrera electoral en Brasil”. France 24 (16 de agosto, 2022),  sec. América Latina, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3R75aZ5 [Consulta: 22 de agosto, 2022].

[8] Joan Royo Gual, “Bolsonaro destinará hasta 7.500 millones de dólares al gasto social a menos de tres meses de las elecciones en Brasil”. El País (15 de julio, 2022), sec. Internacional, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3AnHWqL [Consulta: 22 de agosto, 2022].

[9] Lula 13 @LulaOficial, “Bolsonaro quer criar uma confusão como Trump fez nos EUA…”. Twitter (19 de julio, 2022) [En línea]: https://bit.ly/3KiSCM [Consulta: 22 de agosto, 2022].

[10] DW, “Lula da Silva rechaza uso de Iglesia como “escenario político””. DW (20 de agosto, 2022), sec. Actualidad, América Latina, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3AkZ7te [Consulta: 23 de agosto, 2022].

[11] Guido Vassallo, “Bolsonaro exhibe su manipulación y misoginia en el primer debate electoral, con Lula a la cabeza en las encuestas”. Público (29 de agosto, 2022), sec. Internacional [En línea]: https://bit.ly/3pROIA6 [Consulta: 29 de agosto, 2022].

[12] Juan Arias, “Los dos Brasil enfrentados”. El País (14 de junio, 2022), sec. Opinión, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3QRflBj [Consulta: 23 de agosto, 2022].

[13] Juan Arias, “Desesperado en la búsqueda de los votos católicos, Bolsonaro asiste a una misa con chaleco antibalas”. El País (23 de agosto, 2022), sec. Opinión, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3Klt9By [Consulta: 24 de agosto, 2022].

[14] Perrine Juan y Julia Courtois, “Elecciones en Brasil: el voto evangélico, siempre tan codiciado”. France 24 (26 de julio, 2022), sec. América Latina, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3AmMRbE [Consulta: 24 de agosto, 2022].

[15] Joan Royo Gual, “Ni mujeres ni negros entre los favoritos a gobernar Brasil”. El País (30 de julio, 2022), sec. Internacional, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3QQwsTT [Consulta: 24 de agosto, 2022].

[16] DW, “Lula se mantiene como favorito en nueva encuesta en Brasil”. DW (19 de agosto, 2022), sec. Actualidad, América Latina, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3AqunXt [Consulta: 24 de agosto, 2022].

[17] Datafolha, “Lula mantém 47% das intenções de voto, e Bolsonaro vai a 32%”. Datafolha (19 de agosto, 2022), sec. Pesquisa Eleitoral, Eleições [En línea]: https://bit.ly/3QT0iXE [Consulta: 24 de agosto, 2022].

[18] Joan Royo Gual, “La posibilidad de un cambio de Gobierno en Brasil dispara la depredación en la Amazonia”. El País (7 de julio, 2022), sec. Internacional, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3RaZxtj [Consulta: 21 de agosto, 2022].