Las guerras de papel de ayer y ahora

El 2 de noviembre de 1912, el general Felipe Ángeles se encontraba en Morelos tratando de solucionar el conflicto entre el gobierno de Francisco I. Madero y las tropas de Emiliano Zapata. Ese día, Genovevo de la O, miembro del ejército zapatista, comandó un ataque contra las tropas de Ángeles en el cerro de La Trinchera. El combate duró diez días, pero en palabras del mismo Ángeles, ninguno de los dos bandos tuvo grandes pérdidas. Fue realmente una batalla sin mucha trascendencia.

Aun así, el 7 de noviembre, el periódico El Diario publicó una nota tendenciosa en la que se podía leer: “Trescientos zapatistas murieron ayer en las cercanías de Cuernavaca”. En ese momento, dice Adolfo Gilly, Felipe Ángeles se dio cuenta de que la batalla más importante era la de papel en la Ciudad de México, pues la intención del texto, al igual que la mayoría de las acciones de la prensa durante el maderismo, no era informar, sino alarmar a la población.

En situaciones difíciles, como lo que sucedía en Morelos en 1912, la sociedad busca informarse de la mejor manera posible para tratar de disminuir los niveles de incertidumbre. En los tiempos de Ángeles, difícilmente se podía encontrar un contrapeso a la prensa controlada por los intereses del antiguo régimen, lo que resultaba en una diseminación de noticias falsas que rara vez podían ser contrarrestadas.

En medio de la actual crisis provocada por la pandemia del COVID-19, las guerras de papel no han sido la excepción. En México, como hace más de cien años, se está llevando a cabo un cambio de régimen. A diferencia de contingencias pasadas, actualmente el compromiso con la objetividad de la mayoría de los medios de comunicación ha sido enorme, y la democratización de las conversaciones a través de las redes sociales ha servido como un contrapeso fundamental. Sin embargo, aún existen espacios diseñados para atacar las acciones llevadas a cabo por las autoridades, con el objetivo de desinformar a la población.

La realidad es que las medidas que hasta el momento las autoridades mexicanas han llevado a cabo para enfrentar la crisis por COVID-19 han sido correctas. Las acciones económicas extraordinarias implementadas en la primera fase han priorizado a la población más vulnerable, al igual que otras iniciativas, como la aprobación de la Ley de Amnistía.

La protección de la población que durante años fue marginada por el mercado es uno de los pilares del cambio de régimen, y realizar acciones que vayan en contra de este ideal sería equivalente a traicionar la confianza de quienes eligieron votar por el cambio verdadero.

Es de esperar que la profundización de estas políticas despierte el temor de los sectores que no están de acuerdo con ellas, provocando que sus opiniones y prejuicios personales empañen la realidad de lo que está pasando, tratando de difundir información que, además de falsa, es peligrosa para el bienestar social. Afortunadamente ahora, a diferencia de hace más de cien años, existen contrapesos importantes que permiten hacer frente a la guerra de papel para brindar certidumbre al pueblo mexicano respecto a que con unidad, solidaridad y entendimiento, muy pronto, todas y todos saldremos adelante.

 

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