Ley Cunas Vacías

Perder a una hija o un hijo durante el embarazo, el parto o luego de nacer es una experiencia devastadora que con mucha frecuencia se suele sufrir en silencio.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala que cada 16 segundos se registra una defunción fetal o perinatal en algún lugar del mundo. Esto significa que cada año ocurren más de 2 millones de muertes pre y neonatales.[1]

El informe Una tragedia olvidada: la carga mundial de la mortalidad fetal, elaborado por el Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez (IGME), liderado por UNICEF, concluye que, a pesar de los avances realizados desde el año 2000, la muerte fetal no ha disminuido tan rápidamente como la mortalidad materna y neonatal.

El documento alerta que, de continuar las tendencias actuales, se producirán 19 millones adicionales de decesos antes de 2030, y enfatiza también que podrían rebasarse 200 mil muertes prenatales más durante los próximos meses en 117 países de ingresos bajos y medianos, debido a las graves interrupciones en los servicios de atención médica, relacionadas con COVID-19.[2]

El Fondo señala, asimismo, que las principales causas de la mortalidad fetal son las complicaciones durante el parto, las hemorragias previas a éste —incluido el desprendimiento de placenta—, las infecciones y enfermedades maternas, así como las complicaciones durante el embarazo, que pueden ser un obstáculo para el crecimiento fetal.

En nuestro país, cada 24 horas mueren por diferentes causas 44 recién nacidos, mientras que esta cifra crece a 54 en cuestión de fetos, de acuerdo con información brindada por la Dra. Irma Alejandra Coronado, directora de Neonatología del Instituto Nacional de Perinatología.[3]

Si bien las pérdidas de nuestros seres queridos desatan sentimientos de tristeza y dolor cada vez que ocurren, la literatura especializada brinda evidencia de que el mayor abatimiento y, a menudo, el más duradero, es el de las madres y los padres que experimentan la muerte de sus hijas o hijos.

 

 

Hay pena. Hay tristeza. Hay angustia. Y, con todo y ello, no existe en nuestra lengua ninguna palabra para nombrar esta pérdida en particular. A pesar de los millares de madres y padres cuya vida se ensombrece por los recuerdos de sus hijas e hijos fallecidos, el lenguaje los castiga doblemente con la imposibilidad de nombrarlos con un concepto capaz de abarcar su experiencia.

Si bien no ha llegado el día en que el diccionario les haga justicia, sí es ya el momento de que las leyes de nuestro país garanticen que el trato digno, humano y empático no sea más un asunto de suerte, sino un derecho pleno.

Con ese propósito, hace unas semanas presenté la iniciativa conocida como Ley Cunas Vacías[4], un proyecto que busca abordar de manera integral estos sucesos y reconocer una serie de derechos que garanticen un trato digno, empático y humanizado hacia las madres, los padres y familias que viven esta terrible experiencia.

La Ley Cunas Vacías plantea modificar la Ley General de Salud, la Ley Federal del Trabajo y la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, y descansa en seis pilares:

  1. Garantizar la atención integral y multidisciplinaria de la muerte gestacional y perinatal. Para ello, se establece la obligación de las autoridades de salud, así como del personal médico, de enfermería y demás involucrado, de garantizar el trato digno, el bienestar físico, psíquico y emocional y la protección de los derechos humanos de las mujeres, así como de las personas significativas que las acompañen.

 

  1. Capacitación permanente del personal profesional, auxiliar y técnico de la salud para abordar la muerte fetal y perinatal. Con ello se busca cambiar la percepción que se tiene sobre el duelo gestacional y perinatal, así como sus repercusiones para la madre, el padre y su núcleo cercano, así como para el propio personal sanitario involucrado. Es indispensable comprender que, cuando el personal médico no cuenta con la formación adecuada para atender y orientar sobre estos casos, su reacción y conducta pueden afectar negativamente a las personas que están iniciando uno de los procesos más tristes y dolorosos de su vida.

 

  1. Derecho al acompañamiento, al establecer que, en casos de muerte gestacional y perinatal, las mujeres tendrán derecho a ser acompañadas en todo momento por personas de su confianza y elección.

 

  1. Donación de leche. El proyecto contempla que, en casos de muerte fetal o perinatal, las mujeres tendrán derecho a recibir información suficiente, clara, oportuna y veraz, así como la orientación necesaria de los procesos de donación de leche y no sólo de inhibición fisio o farmacológica de la lactancia.

 

  1. Días de duelo. Se introducen los permisos de duelo a madres y padres trabajadores por la muerte fetal o perinatal de sus hijas e hijos, que corresponderá a cuando menos cinco días laborables, con goce de sueldo, independientemente del tiempo de servicio.

 

  1. Descanso del trabajo. Se prevé que las trabajadoras tengan derecho a entre seis y ocho semanas de descanso posteriores al parto, que son las mismas que se dan en el caso de embarazos ordinarios.

 

 

 

Cabe enfatizar que este proyecto no habría sido posible sin la idea, el acompañamiento y la generosidad de muchas organizaciones y personas que, durante años, además de trabajar el tema, han exigido la construcción de leyes que garanticen el trato digno hacia las madres y los padres que pierden a sus hijas e hijos. Sin duda, el proyecto de Ley Cunas Vacías es el resultado de un acto de amor hacia ellos.

Con igual benevolencia, en junio pasado esas mismas personas y organizaciones, más muchas otras que fueron sumándose en el camino, participaron en el conversatorio organizado por el Senado de la República “El duelo silencioso: derechos por muertes fetal y perinatal”, una ventana que permitió mirar esta experiencia desde diversas perspectivas: jurídica, sanitaria, emocional y psicológica, de políticas públicas y, sobre todo, la de las madres y los padres que valientemente compartieron su testimonio.

Lo más impactante de ese ejercicio fue, sin duda, conocer de viva voz cómo, bajo el argumento de que “no hay bebé”, la falta de protocolos, registros y políticas integrales de atención, sumada a la estigmatización de quienes pierden a sus hijas e hijos en estas fases, son el caldo de cultivo de terribles vejaciones a la dignidad humana y a la violación sistemática de derechos humanos.

De acuerdo con testimonios vertidos en el conversatorio, muchas mujeres reciben sin respeto los cuerpos de sus bebés fallecidos, en bolsas utilizadas para la basura, en sábanas con sangre; no se les proporciona información sobre cómo manejar su lactancia y, en muchos casos, no tienen oportunidad de ver ni de despedirse de sus hijas o hijos.

A estas situaciones se añade el calvario burocrático para que les sean respetados los permisos de maternidad, porque parece olvidarse que, independientemente del fatal resultado, los procesos biológicos y la bomba de cambios producidos durante la gestación han sido exactamente los mismos que en cualquier embarazo.

 

 

Además, el tabú imperante entre el personal de salud respecto del tratamiento de la muerte, y la ausencia de medidas para atender y acompañar el duelo genera tratos poco empáticos y muchas veces violentos. La minusvaloración de este tipo de duelo equivale a la falta de redes de apoyos sanitarios, jurídicos, emocionales y sociales, lo que conlleva sufrimientos y secuelas secundarios.

Por supuesto que esta iniciativa no alcanza, ni mucho menos, para vencer a la muerte, para aliviar el dolor, para traer de vuelta a sus hijas e hijos queridos ni para reconstruir las vidas que imaginaron a su lado, pero es verdad que este proyecto, construido de manera colectiva, es una rebelión ante las más definitivas leyes de la existencia, pues logra que la memoria de sus niñas y niños prevalezca frente al dolor y, en su lugar, deje un legado indeleble.

Las y los invito a conocer el proyecto completo, a seguir su curso legislativo y a apoyar su discusión en el Senado a través de las redes sociales, usando el hashtag #LeyCunasVacíasMx.

Todo proceso de duelo es un acto de rendición frente a la trágica realidad, siempre, pero espero que la discusión de este proyecto y el camino que andaremos para convertirlo en ley sea, también, un acto de redención para cada madre y cada padre.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

Fuentes

[1] Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Lo que debes saber sobre las muertes fetales. Las respuestas a las preguntas más frecuentes acerca de esta trágica pérdida. ONU (9 de noviembre, 2020). [En línea]: https://uni.cf/3HTvwK8 [Consulta: 2 de agosto de 2022].

[2] Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, A Neglected Tragedy. The global burden of stillbirths. ONU (octubre, 2020).  [En línea]: https://bit.ly/3xzbMqF [Consulta: 2 de agosto de 2022].

[3] Víctor Ballinas y Andrea Becerril, “Plantea Morena legislar para apoyar a mujeres por muertes fetal y perinatal”. La Jornada (29 de junio, 2022), sec. Política [En línea]: https://bit.ly/3bO4AQT  [Consulta: 2 de agosto de 2022].

[4] Consultar proyecto íntegro en: https://bit.ly/3Q6UR6Z .