Visita de Pelosi: ¿hacia un nuevo equilibrio en el estrecho de Taiwán?

Internacionalistas afirman que el intercambio comercial entre los países y la pertenencia a instituciones en común disminuye la probabilidad de un conflicto bélico, porque aumentan los costos de dañar una relación. Además, los vínculos entre las naciones otorgan herramientas para negociar, si surgen tensiones, y fomentan los instrumentos y los espacios para dialogar. Existe evidencia empírica para sustentar esta hipótesis.

En días pasados, la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, generó un aumento en las tensiones en el sudeste de Asia y estresó la relación en el estrecho de Taiwán. Ha puesto a prueba el statu quo de la región. Además del conflicto en Ucrania, esta crisis ha alimentado las voces de analistas que consideran que la fuerza militar es el principal factor que explica las interacciones en el sistema internacional, no las instituciones ni el comercio.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó que China representa un desafío al orden mundial. La declaratoria final de la más reciente cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hizo eco de esta idea. Hay varios acontecimientos que muestran la reacción a un creciente poderío chino en la región. Por un lado, en el ámbito militar, en septiembre pasado se anunció la creación de la alianza AUKUS (por las iniciales en inglés de sus integrantes: Australia, el Reino Unido y Estados Unidos), un pacto informal de seguridad y defensa. Por otro lado, los mandatarios de los países de The Quad (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral), Estados Unidos, Australia, India y Japón, señalaron su preocupación sobre “el comportamiento asertivo de China”. Adicionalmente, Washington anunció en mayo del 2022 la creación del Marco Económico del Indo-Pacífico, para fomentar lazos en la región.[1] Pekín considera tales acciones como provocaciones.

 

 

En contraparte, en abril pasado, China y las Islas Salomón suscribieron un pacto de seguridad, que alimenta los temores de que el gigante asiático construya una base naval en este Estado insular del Pacífico. Se dice que las Islas rechazaron los últimos esfuerzos de Australia —el país que más ayuda le otorga— para detener el acuerdo. Al respecto, el primer ministro del país, Manasseh Sogavare, alegó que no se buscaba minar la armonía en la región.[2]

Asimismo, en junio pasado, el embajador chino en Camboya, Wang Wentian, participó en un evento que se organizó en la base naval de Ream para anunciar que su país ayudará a modernizar las instalaciones en los próximos dos años. Esto abre la posibilidad de que China utilice la parte norte de la base.[3] Hasta ahora, fuera de su país, la potencia asiática sólo tiene presencia naval en Djibouti, en el este de África. En el ámbito global destaca la declaratoria conjunta con Rusia, en febrero pasado, en la que se comprometen a apoyarse mutuamente. Ante el conflicto en Ucrania, China ha sido cauta.

La visita de Pelosi es una muestra del apoyo de Estados Unidos a Taiwán, en menoscabo de los señalamientos chinos de que activaría represalias militares. Analistas interpretan el hecho como una pieza de disuasión para evitar una confrontación mayor,[4] y en un contexto más amplio, es una muestra de fuerza de Washington en el reordenamiento internacional en marcha. La visita también goza de un fuerte apoyo bipartidista, que contrasta con la idea de que Estados Unidos es un país políticamente dividido.[5] El viaje de la representante demócrata también se puede ver como una respuesta a la influencia del ala dura de Washington, que sostiene que los líderes estadounidenses no deberían ceder ante las amenazas chinas y, más bien, precisan fortalecer los lazos con Taipéi.[6] Es demasiado pronto para saber las consecuencias a mediano plazo del viaje de la representante Pelosi y si el hecho afectará el equilibrio en el estrecho de Taiwán.

Taipéi-Pekín-Washington

La Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada en 1971, reconoció que los diplomáticos de la República Popular China son los únicos representantes legítimos de ésta ante el organismo internacional. Cuando China y Estados Unidos establecieron relaciones diplomáticas en 1979, Washington —como la mayoría de los países— admitió la política de una sola China y se comprometió a no desarrollar relaciones oficiales con Taiwán.

Actualmente, hay 14 países (la mayoría, pequeños) que han defendido otra perspectiva. Por orden de sucesión, la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense es la tercera funcionaria de más alto rango en el Gobierno de su nación. Su visita, de acuerdo con China, rompió el compromiso de no desarrollar relaciones oficiales con Taipéi.[7]

La ley de relaciones con Taiwán establece que Washington considerará la agresión y las sanciones económicas contra la isla como una “amenaza a la paz” en el Pacífico y una “grave preocupación”, pero no garantiza una intervención militar en el caso de una invasión de China a ese territorio. En cambio, promete “poner a disposición el equipo y los servicios de defensa” necesarios para protegerlo.[8] Actualmente, Estados Unidos es el principal patrocinador militar de Taiwán. Desde 2019, Taipéi ha pedido equipos militares a la Unión Americana por un valor de al menos 17 mil millones de dólares.[9]

No es la primera vez que un integrante del Congreso viaja a Taiwán. El otrora presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, visitó la isla en 1997 y proclamó que Estados Unidos la defendería militarmente. Entonces, no escaló una crisis porque, según analistas, era un momento diferente en las relaciones entre los dos países, que ahora se caracterizan por una mayor tensión.[10] En 2016, el presidente Donald Trump respondió a una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen —del Partido Democrático Progresista (DPP)—, que constituyó la primera comunicación entre los líderes de ambas naciones desde 1979.

Después, en 2018, el presidente Trump firmó la Ley de Viajes de Taiwán, que alentó más reuniones oficiales entre funcionarios de la isla y de Washington. Dos años después, el secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Alex Azar, visitó Taiwán. Al final de la administración Trump, el secretario de Estado Mike Pompeo levantó las reglas que prohibían las interacciones diplomáticas entre la economía asiática y Estados Unidos. Los movimientos se produjeron en medio de presiones comerciales. La administración Biden no ha revertido todas las medidas.[11]

En realidad, en los últimos años, los mensajes de Estados Unidos se han caracterizado por su indefinición e incluso contradicción. La “ambigüedad estratégica” favorece cierta estabilidad en la región, pero algunos políticos y analistas sostienen que Estados Unidos debería darle un apoyo más directo a la isla.[12] En este sentido, ven la visita de Pelosi como una señal de cambio de posición.[13] Siempre ha existido un consenso bipartidista sobre apoyar a Taiwán. Los republicanos han sido más proclives que los demócratas, pero todas las iniciativas de ayuda fueron aprobadas por unanimidad.[14]

El presidente de China, Xi Jingpin, a diferencia de sus predecesores, que parecían preparados para esperar una eventual “reunificación” con Taiwán, afirmó que esta misión histórica “no puede transmitirse de generación en generación”. Las expectativas populares se han elevado tanto que algunos nacionalistas chinos parecían decepcionados de que el Ejército Popular de Liberación no derribara el avión en el que iba Pelosi. [15]

En estos momentos, Xi Jinping se prepara para buscar un tercer mandato de cinco años como líder del Partido Comunista en el poder. El Congreso en el que se definirá si esto ocurre debe darse en unos meses. El mandatario chino no ha nombrado a ningún sucesor, y la Constitución de su país incorpora a Taiwán en su territorio nacional y su ley antisecesión de 2005 amenaza con una invasión si “se agotan por completo las posibilidades de una reunificación pacífica”, que se considera en el caso de una declaración formal de independencia o de una intervención extranjera.[16] La unificación con Taiwán es una condición previa para el objetivo del “gran rejuvenecimiento” de China para 2049. Sin embargo, es posible que los acontecimientos ocurran más rápido de lo que sugiere esa línea de tiempo.[17]

A algunas personas les tomó por sorpresa la visita de Pelosi; de hecho, no parece haber existido mayor coordinación con la Casa Blanca.[18] Incluso hay opiniones de que fue una provocación. Sin embargo, es cierto que la presidenta de la Cámara de Representantes defendió siempre una posición antichina: en 1991, se unió a una protesta de una pequeña delegación del Congreso en la plaza de Tiananmén. Asimismo, se ha pronunciado en favor de la democracia de Hong Kong y expresado su apoyo a los uigures étnicos, de la región china de Xinjiang. En una pieza editorial, la legisladora escribió que su viaje a Taiwán respondía a la defensa de la isla ante la creciente amenaza china, pero que no buscaba alterar el statu quo.[19]

Reacciones a la visita

En un artículo reciente expresé que no parece haber beneficios tangibles asociados al viaje de la legisladora Pelosi. Sin embargo, es probable que los costos se traduzcan en una relación más complicada entre Estados Unidos y China, en la que la competencia responsable y el diálogo se perciben como un signo de debilidad.[20] Como se esperaba y lo anunció, China hizo un despliegue de fuerza en el estrecho de Taiwán, y en el Pentágono se comentó que los ejercicios de China eran más complejos que las prácticas anteriores, lo que demuestra la capacidad de Pekín para desplegar una armada de aviones, buques de guerra y baterías de misiles en poco tiempo.[21] Asimismo, ante las prácticas militares chinas, Taipéi hizo simulaciones de una invasión. Hace unos días, China publicó un nuevo libro blanco sobre Taiwán en el que reafirma su posición de buscar la reunificación de manera pacífica, y ratifica la posibilidad de usar la fuerza como último recurso.[22]

También surgieron medidas económicas y políticas. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino detuvo la cooperación con Estados Unidos en una variedad de temas, como el cambio climático y los lazos militares. Pekín también anunció sanciones contra Pelosi[23] y su familia e impuso varias restricciones comerciales a algunos productos agrícolas y materiales de construcción.[24]

Una crisis en la región también puede amenazar la contribución de Taiwán al mercado global. La isla asiática es un enclave tecnológico y uno de los principales productores mundiales de chips, indispensables para el funcionamiento de coches, electrodomésticos, cámaras, móviles, ordenadores, satélites, drones o misiles. El conflicto añade tensión a unas cadenas de suministro ya debilitadas, que apenas se recuperan de la pandemia de COVID-19. La producción de la isla es tan importante que en febrero el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, afirmó: “Si Taiwán no pudiera exportar más, casi todas las fábricas del mundo se detendrían tres semanas”. Por esta razón, se ha acelerado un proceso, tanto en Europa como en Estados Unidos, para instalar la producción en suelo propio, a fin de reducir las compras de microprocesadores asiáticos. El problema es que este cambio no es barato ni rápido.[25]

Consistente con este esfuerzo, se aprobó hace unos días una ley en Estados Unidos que permite destinar 52,700 millones de dólares a subsidios para la industria de semiconductores, con el fin de competir con China, que tiene su propio plan para crecer en ese segmento. Mientras tanto, la Unión Europea planea movilizar 43 mil millones de euros en inversión pública y privada para lograr la “autonomía estratégica” en este sector.[26] Taiwán produce el 64 por ciento de los chips globales, la gran mayoría de los cuales se fabrican en una sola empresa: TSMC. En su viaje, Pelosi se reunió con Mark Liu, presidente de esta firma, que tiene a Apple entre sus clientes más importantes. Una invasión impediría la operación de las fábricas, que a nadie le conviene.[27]

Hay quien dice que la visita de la representante demócrata fue simbólica, pero ciertamente la respuesta de China escaló la tensión con el despliegue de su fuerza militar. Todavía están por verse las consecuencias en el mediano plazo. La esperanza es que disminuya la escalada del conflicto y se mantenga el equilibrio regional. Quienes piensan que la interdependencia y las instituciones favorecen el intercambio pacífico y la solución de las controversias tienen razón. Como comunidad internacional, el camino es apostar a las instituciones, al multilateralismo y al diálogo para encontrar vías hacia la paz.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

 

Fuentes

[1]Jack Detsch, “Pelosi Visit Sets Up No-Win Situation on Taiwan”. Foreign Policy (29 de julio, 2022), sec. Report [En línea]:  https://bit.ly/3vVnSL0 [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[2] Redacción, “Por qué a Australia y EE. UU. les preocupa el nuevo acuerdo de seguridad firmado entre China y las Islas Salomón”. BBC News Mundo (21 de abril, 2022), sec. Internacional [En línea]: https://bbc.in/3pbiShr [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[3] Ander Sierra, “China y la estructura de seguridad de Asia-Pacífico: los casos de Camboya e Islas Salomón”. Real Instituto Elcano (27 de julio, 2022), sec. Blog [En línea]: https://bit.ly/3zFEbg4 [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[4]Mauricio Meschoulam, “Disuasión: el caso de Taiwán y la visita de Pelosi”. El Universal (30 de julio, 2022), sec. Opinión [En línea]:  https://bit.ly/3bN3JA2 [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[5]Amy Mackinnon, Jack Detsch et al., “Pelosi’s Visit Risks Turning Taiwan Into a Political Football, Aides Worry”. Foreign Policy (1 de agosto, 2022), sec. Report [En línea]: https://bit.ly/3bIA1MD [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[6] Idem.

[7] Qin Gang, “Chinese ambassador: Why China objects to Pelosi’s visit to Taiwan”. The Washington Post (4 de agosto, 2022), sec. Opinion [En línea]: https://wapo.st/3vXdkLv [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[8] Andrew Jeong, “From the one-China policy to the Taiwan Relations Act, here’s what to know”. The Washington Post (6 de agosto, 2022), sec. Politics [En línea]: https://wapo.st/3vVoqk2 [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[9] Wesley Rahn, “How does the US support Taiwan militarily?”. DW (4 de agosto, 2022), sec. Top Stories, World, Asia, ed. English [En línea]: https://bit.ly/3Qz8ewH [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[10] Laura Zhou, “Why Beijing thinks Nancy Pelosi’s Taiwan visit is different to Newt Gingrich’s 1997 trip”. South China Morning Post (3 de agosto, 2022), sec. China, Diplomacy [En línea]: https://bit.ly/3QuRDKk [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[11] Adam Taylor y Sammy Westfall, “Here’s why top U.S. officials like Nancy Pelosi don’t usually go to Taiwan”. The Washington Post (2 de agosto, 2022), sec. World [En línea]: https://wapo.st/3JMH83d  [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[12] AFP, “¿En qué consiste la “ambigüedad estratégica” de EE.UU. hacia Taiwán?”. swissinfo.ch (22 de octubre, 2021), ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3SASxqN [Consulta: 5 de agosto, 2022].

[13] David Sacks, “How to Survive the Next Taiwan Strait Crisis”. Foreign Affairs (29 de julio, 2022) [En línea]: https://fam.ag/3JKUvAF [Consulta: 5 de agosto, 2022].

[14] Jonathan Guyer, “The drama over Nancy Pelosi’s Taiwan travel plans, briefly explained”. Vox (4 de agosto, 2022) [En línea]: https://bit.ly/3pakJmJ [Consulta: 5 de agosto, 2022].

[15] Gideon Rachman, “Dangerous fatalism about a US-China war”. Financial Times (8 de agosto, 2022), sec. Opinion [En línea]: https://on.ft.com/3pcbQt2 [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[16] DW, “¿Qué espera conseguir China con los simulacros alrededor de Taiwán?”. DW (5 de agosto, 2022), sec. Política, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3vUB8j6 [Consulta: 5 de agosto, 2022].

[17] D. Sacks, op. cit.

[18] Mike Chinoy, “What Does Nancy Pelosi Think She’s Doing in Taiwan?”. Foreign Policy (26 de julio, 2022), sec. Argument [En línea]:  https://bit.ly/3Aejo4T [Consulta: 4 de agosto, 2022].

[19] The Economist, “Nancy Pelosi’s trip to Taiwan highlights America’s incoherent strategy”. The Economist (2 de agosto, 2022), sec. Leaders [En línea]:  https://econ.st/3JLrBAw [Consulta: 4 de agosto, 2022].

[20] Daniel Depetris, “Pelosi Visiting Taiwan Is the Kind of Virtue Signaling the U.S-China Relationship Can Do Without”. Time (2 de agosto, 2022) [En línea]: https://bit.ly/3vVoXCJ [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[21] David E. Sanger, Eric Schmitt et al., “U.S. Insists It Will Operate Around Taiwan, Despite China’s Pressure”. The New York Times (10 de agosto, 2022), sec. Politics [En línea]: https://nyti.ms/3QuScDW [Consulta: 10 de agosto, 2022].

[22] Wang Qi, Yang Sheng et al., “China releases white paper on Taiwan question and reunification, outlines irreversible historical process, stronger capability and rock-solid resolution in new era”. Global Times (10 de agosto, 2022), sec. China, Politics [En línea]: https://bit.ly/3Ad25kB [Consulta: 10 de agosto, 2022].

[23] Kelly Hooper, “Biden ‘not worried’ about Chinese retaliation to Pelosi’s Taiwan visit”. Politico (8 de agosto, 2022), sec. Foreign Policy [En línea]: https://politi.co/3PkRvfr [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[24] Betty Hou y Samson Ellis, “Taiwan Says China Economic Ties Make More Sanctions Unlikely”. Bloomberg (8 de agosto, 2022), sec. Politics, ed. US [En línea]: https://bloom.bg/3QxIMaW [Consulta: 10 de agosto, 2022].

[25] Álvaro Sánchez e Inma Bonet Bailén, “La tensión en Taiwán amenaza la cadena global de suministros”. El País (5 de agosto, 2022), sec. Economía, ed. América-México [En línea]: https://bit.ly/3vVM8MV [Consulta: 6 de agosto, 2022].

[26] Paul Timmers, “How Europe aims to achieve strategic autonomy for semiconductors”. The Brookings Institution (9 de agosto, 2022), sec. Techstream [En línea]: https://brook.gs/3zGf9NG [Consulta: 9 de agosto, 2022].

[27] Á. Sánchez e I. Bonet Bailén, op. cit.