México y España

La Cuarta Transformación tiene un gran objetivo principal: separar el poder político del poder económico, combatiendo la complicidad y la corrupción que se enraizó en todas las estructuras del Gobierno en México durante las cuatro décadas en que se implementó el modelo neoliberal, en el cual los negocios al amparo del poder público y a costa del bienestar del pueblo llegaron a niveles escandalosos, y en los que estuvieron implicadas empresas españolas.

De manera puntual, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado a Iberdrola como empresa favorita del sexenio del expresidente Vicente Fox; a Repsol, durante el mandato de Felipe Calderón, y a OHL en la administración de Enrique Peña Nieto.

El sentido histórico del régimen actual, en el que se retoman principios de las anteriores luchas por la transformación de México, también ha generado algunas tensiones con el Gobierno español, ya que la carta que envió el presidente AMLO al rey de España Felipe VI —mediante la cual solicitaba que se ofrecieran disculpas por los crímenes de la invasión a nuestro territorio— fue filtrada a los medios de comunicación y posteriormente contestada en sentido negativo, en contraste con el perdón que pidió el papa Francisco en nombre de la Iglesia que representa, por los “pecados” cometidos en el pasado y que no contribuyeron a la evangelización.

Sin embargo, el que la nueva política exterior esté fundada en el respeto de nuestra soberanía, en las relaciones recíprocas y en el combate a la corrupción no significa que exista distanciamiento alguno con el pueblo español o con la comunidad europea. De hecho, con el fin de modernizar el Acuerdo Global entre México y la Unión Europea, vigente desde el año 2000, recientemente el Senado de la República dio la bienvenida a una delegación del Parlamento Europeo, encabezada por Bernd Lange, presidente de la Comisión de Comercio Internacional, quien además se ha mostrado respetuoso del proceso de discusión de la reforma energética en nuestro país.

Otros hecho reciente vinculado a la relación bilateral México-España fue el nombramiento de Quirino Ordaz Coppel como embajador de nuestra nación en el país ibérico, el cual estuvo envuelto en controversias, por tratarse de un perfil surgido de una expresión política distinta de la del presidente López Obrador, quien lo propuso a pesar de ello, como un mensaje de conciliación entre las fuerzas políticas para anteponer los intereses de la nación.

Además, el pasado miércoles contamos con la presencia de José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, quien afirmó que la relación fraterna entre ambas naciones no se romperá nunca, lo que es un mensaje de aliento para seguir hermanando nuestros países, mediante la cooperación para el desarrollo.

Al igual que con Estados Unidos, las relaciones de México con España no se encuentran trastocadas ni disminuidas, sino en un proceso de transformación y renovación, para modernizar los intercambios comerciales en mutuo beneficio, con pleno respeto a las leyes y en condiciones de equidad. El Senado respalda la política exterior que dirige el Ejecutivo federal, y seguirá realizando su labor legislativa en la materia para contar con un marco jurídico adecuado a las necesidades actuales del mercado internacional, enfocado en la búsqueda del bienestar en ambos lados del Atlántico.

 

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