Rusia-Ucrania: conflicto latente

El 24 de febrero pasado, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció una operación militar especial en Ucrania, con el objetivo de “desnazificar y desmilitarizar” el país, según sus palabras, aunque adelantó que no ocuparía el territorio. Además, advirtió que “cualquiera que considere interferir desde el exterior, si lo hace, enfrentará consecuencias mayores de las que ha enfrentado en la historia”. Desde entonces, la invasión militar de Rusia a Ucrania, calificada ya de esa forma por el Gobierno mexicano y gran parte de la comunidad internacional, ha mantenido al mundo vigilante y preocupado por los lamentables fallecimientos en ambos lados del conflicto, los daños a la infraestructura y los efectos negativos que un hecho como éste siempre trae para la estabilidad y paz mundiales.

El conflicto actual tendrá profundas consecuencias humanitarias, económicas y políticas para los países involucrados, pero también en el escenario internacional se perciben importantes secuelas. Primero, las agresiones alteran negativamente las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Segundo, aumenta el riesgo de un conflicto armado más amplio, en el que se incluyan fuerzas estadounidenses y europeas, agrupadas en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), debido a sus compromisos de seguridad mutua. Tercero, a largo plazo, el conflicto reducirá los futuros esquemas de cooperación en temas tan relevantes como el control de armas —incluso nucleares—, ciberseguridad, lucha contra el terrorismo y la búsqueda de la estabilidad mundial.[1]

 

 

¿Cómo se llegó a este punto?

El antecedente más reciente del conflicto se remonta a principios del año 2014, cuando, tras un referéndum, apoyado por Rusia y calificado de ilegal por Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea, se argumentó que Crimea pasaría a formar parte de territorio ruso. En ese momento, México expresó su profunda preocupación por el deterioro de la situación.[2] Aunque relativamente las agresiones formales se redujeron, aún se podía percibir la tensión y se reportaban algunos ataques esporádicos a lo largo de la frontera entre las regiones que controlan Rusia y Ucrania.[3]

Desde octubre del año pasado se reportó un inusual aumento de las tropas rusas en la frontera ucraniana, hecho que aumentó las preocupaciones de una posible operación militar sobre ese país. Para diciembre ya se encontraban más de 100,000 soldados rusos en el área fronteriza. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia publicó una serie de puntos en los que se solicitaba que Estados Unidos y la OTAN cesaran sus actividades militares en Europa del Este y Asia Central; que evitaran una mayor expansión de esa organización hacia territorio ruso y, principalmente, que Ucrania se uniese al bloque de seguridad. Tanto Estados Unidos como la Organización rechazaron las demandas; en su lugar, enviaron alrededor de 3,000 tropas a Polonia y Rumania, y advirtieron de importantes sanciones, si Rusia invadía Ucrania.

La diplomacia bilateral y multilateral, las llamadas entre líderes europeos y rusos, entre otros esfuerzos de negociación, no lograron evitar que Rusia comenzara sus iniciativas militares.

Por lo que, el 22 de febrero, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ordenó desplegar tropas en Lugansk y Donetsk, regiones separatistas al este de Ucrania, al alegar que el ejército cumpliría con operaciones de mantenimiento de la paz.

Finalmente, un par de días después, también extendería la operación militar hacia el resto de Ucrania. Desde entonces, se han reportado enfrentamientos entre fuerzas ucranianas y rusas, además de miles de personas que huyen hacia países vecinos, principalmente a Polonia, y se mantienen latentes las preocupaciones sobre las instalaciones nucleares afectadas por el armamento militar.

David Harris, director ejecutivo del Comité Judío Estadounidense, afirma que, por un lado, en Estados Unidos subestimaron a Rusia y al presidente Vladímir Putin. Mientras que, por otra parte, Rusia vio que las prolongadas —pero no muy exitosas— guerras en Medio Oriente; la salida de tropas de Afganistán y el desgaste tras dos intensos años de la pandemia de COVID-19, todo ello, acompañado de la promesa del presidente Joe Biden de poner fin a las guerras en las que su país se encuentra involucrado, eran un escenario perfecto para iniciar su operación militar sobre Ucrania.

Además, en Europa, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, pronto enfrentará elecciones presidenciales, y en Alemania recién ha dado inicio la administración del Partido Socialdemócrata, por lo que Rusia podría haber interpretado el momento como idóneo para enviar a sus tropas a territorio ucraniano. Además, justamente la operación inició en invierno, cuando cualquier interrupción del suministro de gas ruso hacia Europa podría ser especialmente perjudicial.[4]

 

 

Seguridad Nacional de Rusia y resistencia ucraniana

Desde diciembre de 2021, incluso antes, Rusia envió mensajes sobre lo importante que consideraba a Ucrania para su seguridad nacional y que la expansión de la OTAN representaba una amenaza existencial directa. Desde el punto de vista ruso, sus demandas y preocupaciones de seguridad no fueron tomadas en cuenta desde Occidente. Incluso, desde ese punto de vista, la política occidental ha consistido en imponer sanciones frente a, supuestamente, la ausencia de acciones bélicas previas de parte de Rusia.

Además, argumenta que sus operaciones tienen el objetivo de proteger a la población rusa en la región de Donbás, en la que parte del territorio está controlado por separatistas. Analistas prorrusos afirman que, a pesar de la promesa de la OTAN de no expandirse, para mantener a salvo las preocupaciones de seguridad rusas, se han incorporado exrepúblicas soviéticas a lo largo del territorio ruso. Asimismo, consideran que el actual conflicto se debe a la falta de interés y atención a las preocupaciones de seguridad de Rusia.[5]

Por otro lado, Ucrania insiste en mantener su indivisibilidad territorial, incluida Crimea y las regiones separatistas de Dunetsk y Lugansk en Donbás.

Desde el punto de vista de ese país, y en gran parte de la comunidad internacional, la operación militar rusa implica una agresión. En el artículo 1.o de la Resolución 3314 (XXI) de la Asamblea General, se define a la agresión como “El uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas”. Además, Ucrania argumenta su soberanía para decidir adherirse o no a bloques como la Unión Europea y la OTAN. Dado esto, las operaciones militares ucranianas estarían respondiendo como mecanismo de defensa y mantenimiento territorial a la agresión rusa.

 

El papel de China: apoyo económico y mediador

Frente a las sanciones económicas desde Europa y Estados Unidos, la única oportunidad real de brindar apoyo a Rusia para mitigar los efectos es China. “Las relaciones entre ambos países están en el nivel más alto de la historia, pero no son una alianza”, afirma Li Xin, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de Shanghái.[6]

Tras el anuncio de las sanciones, China reveló que compraría trigo ruso y eliminaría las restricciones a su importación. Incluso, se ha planteado la posibilidad de que el país asiático también adquiera más gas desde Rusia, pero la infraestructura no estará lista en los próximos tres años.

Sin embargo, a pesar de su positiva alianza, es posible que la capacidad y voluntad política de China para apoyar a Rusia tenga importantes límites. Si bien analistas internacionales coinciden en que el apoyo es evidente y que frente a este contexto las empresas chinas puedan buscar acuerdos más favorables a sus intereses, lo cierto es que las sanciones desde Europa y Estados Unidos no vendrían bien, si China se vuelve objetivo por su colaboración con el Gobierno ruso.

“China no quiere involucrarse tanto que termine sufriendo como resultado de su apoyo a Rusia”, afirma Mark Williams, economista para Asia de Capital Economics.[7]

Aunque las relaciones comerciales entre ambos países son cada vez mayores, representan tan sólo una décima parte del comercio de China con Estados Unidos y la Unión Europea. “Todo depende de si están dispuestos a arriesgar su acceso a los mercados occidentales para ayudar a Rusia, y no creo que lo estén”, menciona Williams.

Desde una perspectiva económica, el apoyo desde China será de vital importancia para mantener relativamente estables algunos sectores comerciales en Rusia, pero el apoyo podría ser limitado, si las consecuencias para el Gobierno de Xi Jinping son negativas.[8] Además, hay varios sectores en los que definitivamente China no podría sustituir los importantes intercambios comerciales, como el área farmacéutica y tecnológica, o alivio frente a la expulsión de Rusia de la plataforma SWIFT de intercambios bancarios.[9]

Sin embargo, hay un escenario en el que China podría fungir un papel menos problemático y que, incluso, podría traerle prestigio internacional: actuar como mediador entre las partes del conflicto. El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, le aseguró el pasado 1 de marzo a su homólogo chino, Wang Yi, que su país está dispuesto a seguir con las negociaciones con Rusia y que espera “la mediación de China”.[10] El Gobierno chino se ha mostrado preocupado por los asuntos humanitarios y daños a la infraestructura, y analistas de esa nación consideran que el Gobierno de Xi Jinping está esperando a que Rusia se sume a la petición de Ucrania para ejercer como mediador.[11]

En general, se percibe que las autoridades chinas se encuentran entusiasmadas para ejercer como mediadoras en el conflicto. De hacerlo, la nación asiática ganaría un espacio entre los países que con anterioridad han fungido como actores relevantes en la reducción de la violencia en conflictos armados. Desde Noruega que jugó un papel primordial en los procesos de paz desde la década de los años 90 del siglo XX, e incluso recientemente en Colombia,[12] hasta México, que se ha convertido en un país referente en el continente americano para servir como vía para las negociaciones entre países o entre fuerzas contrarias al interior de un territorio, como recientemente se hizo con el diálogo venezolano.[13]

Sin duda, la participación de China en el conflicto ucraniano no se concentrará únicamente en apoyar a Rusia económica y políticamente, también podría tener un impacto positivo en la desescalada de las agresiones. De concretarse, China podría convertirse en un país líder de la búsqueda de la estabilidad global, con beneficios diplomáticos.[14]

 

 

Europa frente al conflicto

La Unión Europea ha mantenido un papel constante, pero no directo, en el conflicto armado. Sin embargo, sus integrantes han logrado mantener una postura conjunta de sanciones y envío de armamento a Ucrania, que muestra señales de unidad, luego de años de cuestionamientos a la institución. La salida del Reino Unido, las discrepancias con Hungría y las diferencias en temas tan cruciales como la migración, habían lanzado importantes señales de una crisis interna que, aunque no superada, por ahora pasa a segundo término. La respuesta conjunta y firme de sus miembros son muestra de la capacidad de acción conjunta del bloque comunitario.

Analistas afirman que luego de forjar una respuesta unificada desde la Unión Europea, el verdadero reto será sostenerla.

El actual sistema económico mundial está profundamente conectado, por lo que también se ha abordado la posibilidad de que las sanciones contra Rusia afecten de algún modo las finanzas europeas. Mientras más pase el tiempo y las sanciones económicas afecten a los europeos y sus poblaciones, es posible que se abran grietas a la posición conjunta.[15]

Por otro lado, Timothy Garton Ash, analista político británico, afirma que la OTAN tiene que asegurar la defensa de su territorio, en particular de las fronteras orientales inmediatas a Rusia y Bielorrusia. De esta salvaguardia dependería la seguridad de Europa Occidental, incluso del Reino Unido. La credibilidad de la promesa de uno para todos y todos para uno, expresada en el artículo 5 del tratado de la OTAN sería la piedra angular de la seguridad comunitaria, y eso incluye a la frontera oriental. La seguridad de Europa a largo plazo está “indisolublemente unida” entre las ciudades orientales a las más occidentales en el mapa europeo.[16]

 

La diplomacia sigue en la mesa

Actualmente, existen algunas alternativas de negociación para reducir la tensión o concluir con el conflicto. Por ejemplo, el grupo trilateral de contacto entre la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Rusia y Ucrania. En este espacio se han discutido las necesidades de seguridad rusa, aunque las conversaciones recibieron menos atención mediática. Andrew Lohsen, del Center for Strategic and International Studies, afirma que este mecanismo de diálogo era ideal porque aquí se consideraban todas las voces en materia de seguridad europea, por lo que las necesidades rusas podían ser abordadas de manera adecuada. Sin embargo, es evidente que las posiciones tanto de la Unión Europea como de Rusia son muy distantes. Si se llegase a reactivar este mecanismo, sería de vital importancia, porque es ideal para dialogar sobre el futuro de la seguridad en estos territorios.[17]

 

 

Por otro lado, también se pensó en reactivar el Formato de Normandía, foro de contacto entre Rusia y Ucrania, y mediado por Alemania y Francia, creado en 2014. En esa ocasión, este espacio contribuyó a la negociación de los Acuerdos de Minsk, que permitieron el alto al fuego y la celebración de elecciones locales en Ucrania, entre otros asuntos. Con la entonces canciller de Alemania, Angela Merkel, el formato tuvo relativo éxito para acercar a las partes en conflicto. Sin embargo, ahora ha perdido fuerza, aunque se ha intentado retomar, incluso unos cuantos días antes del inicio de las operaciones militares.[18]

Se afirma que, en el contexto actual, el Formato de Normandía carece de fuerza porque no incluye a Estados Unidos. Ucrania ha solicitado implícitamente una mayor participación de ese país, tanto en el conflicto como las negociaciones que reduzcan la violencia. De esta forma, se estaría haciendo un contrapeso a la posición de Rusia.[19]

Por otro lado, las conversaciones directas entre los presidentes Putin y Macron parecen ser un punto de importancia en el conflicto. El mandatario de Ucrania, solicitó una llamada con su homólogo ruso, pero no consiguió una respuesta positiva. Además, el presidente Biden afirmó hace algunos días que no tiene intención de entablar conversaciones con el presidente ruso. Por tanto, el canal de comunicación que Macron ha logrado es profundamente valioso para el posible proceso de negociación. Aunque en su último contacto el presidente francés afirmó que, desde su perspectiva, “lo peor está por llegar”, se mostró abierto a continuar con el diálogo con el presidente Putin.[20]

Por último, se encuentra la que seguramente es la iniciativa más importante del momento: las negociaciones directas entre Ucrania y Rusia, mediadas por Bielorrusia. Hasta ahora, los encuentros entre ambas delegaciones han arrojado importantes resultados, aunque insuficientes, frente al tamaño de la crisis. Las principales discrepancias se encuentran en la insistencia rusa de que Ucrania se desmilitarice y abandone sus ambiciones de unirse a la OTAN. Mientras que las autoridades ucranianas han solicitado el retiro de las tropas rusas de su territorio.

Por el momento, las delegaciones han logrado pactar abrir un corredor humanitario con un posible alto al fuego durante las evacuaciones. Se espera que más encuentros se logren concretar en las próximas semanas, aunque las discrepancias son profundas, por lo que no es un hecho el cese al fuego completo ni la retirada de tropas rusas de territorio ucraniano.[21]

Desde México, abogamos por el diálogo entre las partes, en beneficio, principalmente, de la población civil.

Las personas fallecidas, los daños a la infraestructura y los peligros que trae consigo un conflicto armado a la estabilidad mundial deberían ser motivos suficientes para encontrar soluciones a los complejos intereses de las partes en pugna. Como integrante no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, México continuará con su trabajo a favor de la paz, para así contribuir a un mundo cada vez más seguro.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

 

Fuentes

[1] Council on Foreign Relations, “Conflict in Ukraine. Council on Foreign Relations (4 de marzo, 2022), sec. Global Conflict Tracker [En línea]: https://on.cfr.org/3pAijyA [Consulta: 7 de marzo, 2022].

[2] Embajada de México en Francia, “México preocupado por la situación en Ucrania. Embajada de México en Francia-Secretaría de Relaciones Exteriores (4 de febrero, 2014) [En línea]: https://bit.ly/3KfMHWK [Consulta: 25 de febrero, 2022].

[3] Council on Foreign Relations, op. cit.

[4] David Harris, “Putin’s act of war: How we got here and what to do”. The Times of Israel (25 de febrero, 2022), sec. The Blogs, ed. English [En línea]: https://bit.ly/3KhmUgN [Consulta: 26 de febrero, 2022].

[5] Barbara Boyd, “Biden and His British Controllers Now Have the War They Created”. LaRouchePAC (24 de febrero, 2022), sec. Content, All posts [En línea]: https://bit.ly/3vMZA6u [Consulta: 28 de febrero, 2022].

[6] Joe McDonald, “China is Russia’s best hope to blunt sanctions, but wary”. AP News (26 de febrero, 2022) [En línea]: https://bit.ly/3Mivi1z [Consulta: 28 de febrero, 2022].

[7] Idem.

[8] Idem.

[9] Macarena Vidal Liy, “China, salvavidas pero no salvador de Rusia frente a las sanciones”. El País (3 de marzo, 2022), sec. Internacional, ed. México [En línea]: https://bit.ly/3HW4cKl [Consulta: 3 de marzo, 2022].

[10] EFE, “Ucrania pide a China que haga de mediador para alcanzar un alto el fuego”. EFE (1 de marzo, 2022), sec. Mundo, ed. España [En línea]: https://bit.ly/3vBkkOJ [Consulta: 3 de marzo, 2022].

[11] Agencias, “China se perfila como pacificador entre Rusia y Ucrania”. La Vanguardia (3 de marzo, 2022), sec. Internacional, Guerra en Europa [En línea]: https://bit.ly/3hHmhkC [Consulta: 3 de marzo, 2022].

[12] CNN Español, “Noruega y su tradición mediadora: estos son los procesos de paz que ha acompañado”. CNN en Español (17 de mayo, 2019), sec. Venezuela [En línea]: https://cnn.it/3pCUh5Q [Consulta: 4 de marzo, 2022].

[13] Marcos González Díaz, “4 claves del nuevo diálogo que gobierno y oposición de Venezuela mantienen en México”. BBC News Mundo (14 de agosto, 2021) [En línea]: https://bbc.in/3vDPuou [Consulta: 3 de marzo, 2022].

[14] Agencias, op. cit.

[15] D. Harris, op. cit.

[16] Timothy Garton Ash, “El tormento de Ucrania cambiará para siempre el rostro de Europa”. El País (26 de febrero, 2022), sec. Opinión, ed. México [En línea]: https://bit.ly/3hF9Eq7 [Consulta: 2 de marzo, 2022].

[17] Andrew Lohsen, “Can the OSCE Help Resolve the Russia-Ukraine Crisis?”. Center for Strategic & International Studies (12 de enero, 2022), sec. Analysis, Commentary [En línea]: https://bit.ly/3KewYHu [Consulta: 2 de marzo, 2022].

[18] Carmen Valero, “París y Berlín reúnen al cuarteto de Normandía para impulsar los acuerdos de Minsk”. El Mundo (10 de febrero, 2022), sec. Internacional, Ucrania [En línea]: https://bit.ly/3vJKsa7 [Consulta: 3 de marzo, 2022].

[19] Christoph Hasselbach, “¿Sirve el formato de Normandía para resolver el conflicto de Ucrania?”. DW (26 de enero, 2022), sec. Política, Europa, ed. Español [En línea]: https://bit.ly/3HKEPej [Consulta: 4 de marzo, 2022].

[20] Marc Bassets, “Macron, tras hablar con Putin, cree que ‘lo peor está por llegar’”. El País (3 de marzo, 2022), sec. Internacional, ed. México [En línea]: https://bit.ly/3IL4rsK [Consulta: 4 de marzo, 2022].

[21] Javier G. Cuesta y María R. Sahuquillo, “Rusia y Ucrania pactan abrir un corredor humanitario con un posible alto el fuego durante las evacuaciones”. El País (3 de marzo, 2022), sec. Internacional, ed. México [En línea]: https://bit.ly/34jYGmY [Consulta: 4 de marzo, 2022].