Semanas santas monoteístas
La Semana Santa de este 2024 se realiza en medio del conflicto bélico de la Franja de Gaza con Israel. Una guerra fratricida, en la cual la rama de Isaac se enfrenta a la rama de Ismael.
Las tres religiones monoteístas con más fieles en el mundo son el cristianismo (2,300 millones), el islamismo (1200 millones) y el judaísmo (13 millones).
Las y los monoteístas se consideran descendientes del mismo Dios y reconocen como patriarca a Abraham. Por eso también son conocidas como religiones abrahámicas. Recordemos que Abraham habría tenido dos hijos varones, Isaac e Ismael. De acuerdo con las Sagradas Escrituras, Moisés y Jesús descienden de Isaac, mientras que Mohamed desciende de la rama de Ismael. Abraham es, entonces, el común denominador del 44 por ciento de la población creyente en el mundo actual.
Por eso las tres religiones conmemoran su semana santa con prácticas, ritos y ofrendas diferentes, pero con el mismo sentido de pertenencia, agradecimiento y comunión con un solo dios.
En el cristianismo se llama Semana Santa; en el judaísmo, Pésaj, y en el islamismo, Ramadán. Las dos primeras religiones se rigen por el calendario solar, cuyo ciclo anual dura 365 días, mientras que el islamismo se rige por el calendario lunar, por lo que los periplos o ciclos anuales son de 354 días.
En abril de 2022, la semana santa de las tres religiones coincidió en el mismo mes. Algo pocas veces visto. A pesar de que conmemoran eventos diferentes (en el cristianismo, la crucifixión y resurrección de Jesús; en el judaísmo, la liberación del pueblo elegido de su sometimiento en Egipto, y en el islamismo, la revelación a Mahoma del libro sagrado del Corán), las tres celebraciones tienen un sentido de contención, autorreflexión, perdón, purificación y comunicación con Dios. Es un sentido divino que finalmente deviene en una condición humana de paz, justicia y armonía con los demás, con el próximo a uno, es decir, el prójimo.
Esta Semana Santa de 2024 se realiza en medio del conflicto bélico de la Franja de Gaza con Israel. Una guerra entre hermanos, en la que la rama de Isaac se enfrenta a la rama de Ismael, símil de otra lucha fratricida bíblica clásica: la de Caín contra Abel, pero sin que en esta guerra en Oriente Medio sepamos quién es uno y quién el otro.
Por ello, el acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU para solicitar a Israel el cese al fuego en la Franja de Gaza, antes de la conmemoración del Pésaj (del 22 al 30 de abril) y en plena celebración del Ramadán (del 10 de marzo al 9 de abril), tiene un sentido y un valor político, pero también ecuménico, en términos civilizatorios. Es decir, es un llamado a la paz, al perdón y a la liberación de todos los resortes y pasiones humanas más oscuras, más inhumanas y mortíferas que motivan a cualquier guerra.
Tal sentido ecuménico humanista debe guiarnos este año, cuando las guerras en Gaza y Ucrania y el terrorismo en Moscú nos revelan la fragilidad de la paz mundial actual, y el armamentismo, las amenazas nucleares y el exterminio vuelven a asomar su rostro sobre el de la compasión, la piedad y la redención que hace más de dos mil años dejó Jesucristo al mundo y a la humanidad toda, sin distingo de raza, clase, nacionalidad, género o grupos sociales.
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