Unidad y desafío

En su libro Por qué fracasan los países. Los orígenes de la prosperidad y la pobreza, los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson realizan una exploración profunda acerca de cómo las instituciones políticas y económicas moldean el destino de las naciones, influyendo en su éxito o fracaso, en términos de prosperidad y desarrollo.

Ambos autores argumentan que las naciones prosperan cuando tienen instituciones inclusivas, que fomentan la participación de la población en la toma de decisiones políticas y económicas, asegurando un sistema justo y equitativo que permite a las personas perseguir sus intereses y aspiraciones.

Lo anterior viene a colación debido a que este lunes 20 de noviembre inicia el proceso formal rumbo a la elección de 2024, en la que se renovarán la Presidencia de la República, el Poder Legislativo federal, nueve gubernaturas y congresos locales, así como los ayuntamientos de todo el país, en lo que será la elección más grande en la historia de México, y se prevé que sea también una de las más concurridas.

Es innegable lo importante, trascendental y pasional que resultará esta contienda, en la que tres fuerzas políticas visibles disputarán más de 20 mil puestos de elección popular. No obstante, los últimos acontecimientos prefiguran que esta coyuntura se tejerá entre divisiones internas y la búsqueda incesante de unidad.

La reciente renuncia al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del ex gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y del alcalde de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, que se suman a las de las y los senadores Claudia Ruiz Massieu, Nuvia Mayorga, Miguel Ángel Osorio Chong y Eruviel Ávila, y a la del ex gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, son una clara muestra de la división que existe al interior del instituto político.

Igualmente, Víctor Hugo Lobo Román, diputado del Congreso de la Ciudad de México por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), anunció su renuncia luego de más de dos décadas de militancia y, según sus propias palabras, junto con él se va el 65 por ciento de los liderazgos de esa organización en la capital del país.

Estas salidas son claras señales del resquebrajamiento y la falta de acuerdos, que se están convirtiendo en una constante en los partidos que integran el Frente Amplio por México, abanderado por Xóchitl Gálvez, en un momento especialmente importante de cara al proceso electoral de 2024.

A su vez, Movimiento Ciudadano aún no termina de resolver su proceso interno de elección con el gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien se perfila para ser su candidato, pero que todavía mantiene diferencias con el congreso local, lo cual no deja de generar cierta incertidumbre respecto a la manera en que se desarrollará su campaña.

En contraparte, el bloque integrado por MORENA y sus aliados ha mostrado amplia capacidad para resolver las diferencias internas y, sobre todo, para gestionarlas adecuadamente, dando paso con ello a la unidad, un elemento que será indispensable mantener de aquí a junio del año próximo.

Ante todos los vaticinios respecto a que sería un desastre o que habría deserciones y divisiones al interior, MORENA demostró lo contrario. Esto quedó plenamente ejemplificado con dos hechos relevantes: el primero, la decisión de Marcelo Ebrard de permanecer en el movimiento, y el segundo, el respaldo manifestado a la coordinadora nacional de los Comités de Defensa de la Transformación, la doctora Claudia Sheinbaum, durante su registro como precandidata única a la Presidencia de la República, representando a la coalición conformada por MORENA, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde (PVEM).

A partir de ahora, serán cuatro los elementos que deberán tomarse en cuenta para enfrentar con éxito el reto más importante de MORENA: 1) estructura de defensa del voto, 2) estructura de movilización y promoción, 3) estructura de representación política en los seccionales y de representación electoral en los órganos electorales desde la casilla, y 4) unidad.

No debemos olvidar que, más allá de ser una contienda electoral, los comicios de 2024 también representarán un voto de confianza para los avances y logros de la transformación liderada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y en este crisol de decisiones la unidad se perfila como el pilar fundamental para sostener el curso y la continuidad de los cambios impulsados.

Eso tiene concordancia con lo propuesto por Acemoglu y Robinson, respecto a la importancia de las instituciones inclusivas en el desarrollo económico y social de las naciones, destacando la manera en que las fracturas políticas y la falta de unidad pueden llevar al fracaso de un país en su búsqueda de prosperidad y progreso.

De ahí que mantener la cohesión interna en un contexto político fragmentado y divergente constituya el desafío primordial. La contienda no solo se vislumbra como una elección de cargos, sino como un examen de la legitimidad de los avances alcanzados y la viabilidad de los proyectos futuros. La capacidad para preservar la unidad como una fuerza política y como un movimiento consolidado será crucial para sostener y dar continuidad a los valores y principios que han delineado la Cuarta Transformación.

Es momento de mantener la mirada fija en el futuro y recordar que la unidad no es únicamente un eslogan, también es el tejido vital que sostiene los cimientos de todo un movimiento. La elección de 2024 es, ante todo, una oportunidad para reafirmar la convicción y perseverancia en la ruta trazada; una senda que requiere unidad para continuar avanzando en la construcción de un México más próspero, equitativo y justo.

 

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