Retos para MORENA
La convocatoria no dice nada sobre la posibilidad de un empate y qué hacer en caso de que se presente, pero la probabilidad no debe descartarse.
El próximo domingo 27 de agosto, la y los seis aspirantes a la coordinación nacional de los Comités de Defensa de la 4T concluiremos nuestros recorridos por el país. Vendrá la hora de evaluar este ejercicio de participación política, tanto del lado de la izquierda como del bloque opositor conservador.
Por lo pronto, quisiera enunciar los retos inmediatos que tiene el movimiento de MORENA para salir fortalecido de esta experiencia. La unidad interna es el bien político superior por mantener y preservar. Suena a Perogrullo, pero si el movimiento no conserva esa condición elemental, saldrá a una carrera de cien metros planos con el tobillo luxado.
En una organización política, la unidad debe ser orgánica y no simple retórica. Esto implica un proceso de diálogo, negociación y acuerdos que no siempre se logra. Esta etapa se puede entender muy bien con la teoría de juegos, cuyos actores se mueven entre la cooperación y el conflicto, buscando cada uno obtener la máxima ganancia con el mínimo de riesgo. Encontrar el punto de equilibrio entre riesgo y ganancia es aquello que va moldeando las decisiones individuales de cada jugador.
En mi caso, cuando percibí una posibilidad de crecimiento de conflicto por el hecho de que ninguna de las encuestadoras planteadas por Marcelo Ebrard había resultado seleccionada al azar, decidí estimular la variable de la cooperación, cediendo mi lugar a la propuesta de uno de los jugadores de esta competencia interna. Lo hice para que el juego no se decantara por el lado del conflicto, y también como un voto de confianza a la Comisión de Encuestas y a la dirigencia de MORENA.
Vienen otros momentos de conflicto-cooperación que debemos transitar con asertividad. Por ejemplo, el número de cuestionarios efectivos por aplicar y la selección de las muestras. Hasta el momento, no se ve en el escenario el riesgo de un empate, e incluso la convocatoria no establece nada sobre esta posibilidad y qué hacer en caso de que se presente, pero la probabilidad no debe descartarse, pues recordemos cómo nos tensó de manera traumática, cuando aconteció en la elección constitucional de 2006 y en la elección interna de la actual dirigencia nacional del movimiento (octubre de 2020).
Estadísticamente, hay forma de alejar el empate, incrementando el número de personas encuestadas y ampliando el nivel de confianza de la encuesta del 95 al 99 %, pero esto aumentaría sustancialmente el costo y las dimensiones de la muestra. Si hubiese empate técnico, ¿se repondría el ejercicio con sólo las dos opciones punteras o se declararía que una ganó dentro del margen de error?
El otro punto por evitar es la manipulación o contaminación de la muestra seleccionada. En un ejercicio loable de transparencia, el próximo domingo cada una y uno de los jugadores tendremos en nuestras manos las secciones electorales en donde se levantará la encuesta. Bien hecho. Sin embargo, ¿quién nos garantiza que al siguiente minuto de contar con esta información estratégica no se activará el “acarreo digital”, mediante contact centers, push polls, mensajes SMS, disparos masivos de whats y brigadas de barrido para recorrer casa por casa buscando inducir la respuesta?
La semana actual es clave para definir estas cuestiones, de las cuales depende que el ejercicio interno de MORENA devenga en un juego democrático en el que la cooperación (unidad) prevalezca sobre el conflicto (ruptura), y que los juegos del hambre no impongan su dinámica de exclusión, avasallamiento y extinción.
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