¡Arrancan!

La concurrencia de un gran número de comicios locales y federales el mismo día tiene efectos colaterales. Uno de ellos es que fomenta la centralización de los intereses electorales sobre su posible dispersión en intereses locales o regionales.

Inicia la campaña más grande y numerosa en la historia del país. Más de 20 mil cargos de representación popular en disputa. Desde la Presidencia de la República hasta concejalías en las alcaldías de la Ciudad de México y concejalías municipales indígenas, pasando por nueve gubernaturas, 128 senadurías, 500 diputaciones federales de mayoría relativa y representación proporcional, 1094 diputaciones locales de 30 congresos estatales, más de 1900 presidencias municipales y más de 17 mil regidurías y sindicaturas.

¿El motivo de esta amplia concurrencia? Sucesivas reformas electorales en los últimos 12 años la buscaron deliberadamente, junto con la sincronización y homologación, para hacer coincidir el mayor número de comicios locales y federales en un solo domingo, a fin de evitar que los estados tuvieran elecciones cada año o cada dos años, entrando en procesos de competencia que fomentaban la disputa y la confrontación entre partidos en lugar de la coincidencia y la promoción de acuerdos para alcanzar la gobernabilidad en una entidad.

De acuerdo con esta visión, en el estado de Chiapas, por ejemplo, que llegó a tener elecciones cada año (en uno para cargos federales; en otro, para cargos municipales, y en otro, para diputaciones locales), la permanente realización de comicios generaba un mayor gasto y una permanente conflictividad política, que impedía llegar a acuerdos de largo plazo en el Congreso local, porque la elección del año siguiente era un estímulo poderoso para exacerbar las diferencias entre los actores, en lugar de resaltar las coincidencias.

Es importante destacar que, en la época del partido prácticamente único o dominante, es decir, cuando el PRI no enfrentaba competencia electoral intensa, la realización de comicios cada año no era un problema, ya que la verdadera competencia tenía lugar al interior del partido, no entre formaciones partidarias.

Pero a medida que la competencia electoral se generalizó, la realización de comicios en fechas distintas llegó a convertirse en un problema de gobernabilidad, por el poco tiempo que había para llegar a acuerdos con los partidos. Había más alicientes para la disputa que para construir consensos.

La concurrencia de un gran número de comicios locales y federales el mismo día tiene efectos colaterales. Uno de ellos es que fomenta la centralización de los intereses electorales sobre su posible dispersión en intereses locales o regionales.

Al existir candidaturas locales alineadas al interés superior de hacer ganar a la o al candidato presidencial, se presenta un poderoso incentivo para que todas las personas candidatas municipales y estatales hagan propuestas y movimientos en una sola dirección. Saben que, si se obtiene la victoria mayor, los votos locales tendrán más valor a nivel estatal y nacional, porque habrán contribuido proporcionalmente a esa victoria, y podrán hacer valer ese plusvalor a la hora de gestionar sus demandas ante el estado y ante la Federación. Algo que jamás podrán exigir, si su elección es aislada o no concurrente.

Justo esta concurrencia en 2018 permitió al presidente AMLO obtener ese tsunami de votos que en 2012 no hubiese alcanzado, ya que hubo una más baja concurrencia de elecciones locales con federales. Veremos si la fórmula opera igual en 2024.

 

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