Sí lloro por ti, Argentina

La expansión de las clases medias se presentó como prueba del “éxito” del modelo económico.

Las medidas privatizadoras, de recortes presupuestales drásticos, venta de activos del Estado, macrodevaluaciones, líneas de crédito multimillonarias y liberación de precios, entre otras que está aplicando el nuevo Gobierno argentino, me provocaron un déjà vu al México de los ochenta del siglo XX, justo con el arranque del largo período económico neoliberal, que inició con las reformas económicas de Miguel de la Madrid (1982) y concluyó 36 años después, con el arribo del primer gobierno de izquierda a la Presidencia de la República (2018), con AMLO al frente.

Ojalá tenga éxito el presidente Javier Milei en su programa de shock económico en el corto plazo, porque en México la prolongación por más de una generación de medidas similares agudizó la desigualdad, la violencia y la corrupción a grado tal que se puso al país al borde del estallido social.

Aquí es donde resurge una pregunta que hace años nos formulamos en nuestro país: ¿por qué, con tantos saldos negativos en materia de desigualdad, seguridad y bienestar, el neoliberalismo duró tanto tiempo en el poder?

La respuesta es múltiple. En primer lugar, se promovió un bipartidismo neoliberal, mediante el cual PRI y PAN se alternaban el poder político, sin modificar el modelo económico. De esta forma, el poder público a nivel federal, estatal y municipal encontró una válvula de escape para el descontento social y político. Había alternancia de siglas, pero no alternativa de modelo. Una serie de reformas político-electorales permitieron este acuerdo, mediante el cual se promovía a México como una democracia política, mas no como una sociedad con alternativas económicas.

Esta democracia formal permitió la circulación de las élites dirigentes en los tres órdenes de gobierno, al tiempo que mantuvo el consenso en torno a los fundamentos económicos neoliberales (apertura comercial, desmantelamiento de la rectoría económica del Estado, privatización de áreas estratégicas, globalización acelerada, etcétera.)

El segundo sostén del modelo neoliberal fue el espejismo de la clase media. Hubo un crecimiento relativo de los sectores sociales medios, apoyados en el crédito al consumo y los créditos hipotecarios. Pero fue un espejismo, porque la desigualdad social avanzó como nunca en esas tres décadas, a tal punto que la población en algún grado de situación de pobreza nunca fue menor al 52 %, al tiempo que la concentración de la riqueza se acumuló en pocas manos, en pocos grupos económicos y en pocas regiones del país. Se generaron islotes de riqueza en medio de océanos de pobreza.

La expansión de las clases medias se presentó como prueba del “éxito” del modelo económico, pero nunca rebasó el 20 % de la población económicamente activa. En contrapartida, la economía informal se convirtió en la principal generadora de empleos… mal pagados y sin protección social. Resultado: el 55.1 % de la población que trabaja se encuentra en la informalidad.

Otro elemento clave para la duración del neoliberalismo económico fue el control de los grandes medios de comunicación. Además de difundir la inevitabilidad del modelo, estos actuaron como aparatos ideológicos e informativos del Estado para legitimar el sistema neoliberal.

Si todo esto le espera a la hermana República de Argentina, entonces habrá que llorar por ella.

 

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