Chile rumbo a un tercer proceso constituyente

El pasado 4 de septiembre, con una alta participación alta e histórica, más de 13 millones de ciudadanos, de un padrón de 15.1 millones,[1] acudieron a las urnas para votar la nueva Constitución, un documento elaborado durante un año por la Convención Constitucional y fruto de las protestas sociales que el país experimentó en 2019. A pesar de haber recorrido un camino largo y espinoso, el texto constitucional fue rotundamente rechazado con casi el 62 por ciento de la votación total, una cifra que además primó en todas las regiones del país, en tanto que el voto de Apruebo apenas logró el 38 por ciento.[2]

 

El resultado, más que sorprendente, abre una nueva etapa de incertidumbre para Chile y para la naciente administración del presidente Gabriel Boric. En este período, una pieza central será el Congreso y los acuerdos que se logren en el seno de este órgano legislativo.

 

Cabe recordar que, en el plebiscito de octubre de 2020, casi el 80 por ciento de los ciudadanos chilenos votaron a favor de cambiar la Constitución de 1980. A pesar del positivo impulso con el que contó este segundo proceso constituyente (el primero se llevó a cabo durante la gestión de la expresidenta Michelle Bachelet), en un escenario paradójico, antes del referéndum del 4 de septiembre los sondeos y encuestas ya predecían un alza en la opción del Rechazo.

 

Qué ocurrió y qué sigue. Qué elementos desmotivaron al electorado. Si bien, el rechazo venía pronosticado, cuáles serían los factores por observar, principalmente para la incipiente administración Boric y, por supuesto, para el pueblo chileno en los años venideros. A continuación, reflexionamos sobre algunas de las aristas más relevantes en este importante ejercicio que Chile aún no terminar por definir.

 

 

 

El controvertido papel de la Convención Constitucional: piedra angular en el proceso constituyente

En medio de altas expectativas, la Convención inició su labor, para muchos significaba la salida a la crisis de 2019. Sus integrantes fueron elegidos en las urnas y su composición “apostó a reflejar las demandas ciudadanas por paridad, diversidad, representación indígena e independencia de la política tradicional”.[3]

 

Sin embargo, la conformación/representación fuera y dentro del marco político, las disputas internas entre los constituyentes, las dificultades en el desarrollo de los trabajos y para comunicar los avances, así como los escándalos alrededor de algunos de sus integrantes, opacaron el entusiasmo inicial con que nació este órgano. El resultado fue una población inquieta, desconfiada, dividida y distanciada. Según la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) publicada en la recta final del trabajo constituyente, más de la mitad de las razones para votar Rechazo se asociaron a una mirada crítica sobre la Convención.[4] Y es que al final, el comportamiento de muchos constituyentes no gustó mucho.[5]

 

En el ámbito político, debido a que la Convención quedó mayoritariamente conformada por la izquierda (2/3) -la derecha apenas logró 37 de los más de 150 escaños-, este grupo dominó el proceso e incluso la votación final, donde el voto conservador no fue necesario para aprobar o adicionar el nuevo texto. A pesar de esta mayoría, en la antesala del referéndum hubo voces desde la izquierda que expresaron su oposición. Para el expresidente Ricardo Lagos (2000-2006), la propuesta era “extremadamente partidista”. Contrariamente, para Patricio Fernández, escritor de izquierda, “fue un acuerdo democrático que incorporó muchas voces que históricamente habían estado marginadas o que no habían sido atendidas”.[6]

 

Para Luis Garrido, director de la Escuela de Pregrado de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, una razón que explica el Rechazo “está relacionada con la modalidad de trabajo que tomó la Convención, y que fue, prácticamente, la opción no mixta”. Esto es, en octubre de 2020 se aprobó escribir una nueva Constitución bajo la modalidad de la Convención Constitucional y se desechó la Convención Mixta que proponía escribir el texto con un 50 por ciento de personas electas y el otro 50 por ciento por miembros del Congreso. “Probablemente, si hubiese habido una Convención Mixta, hubiese existido una mayor vinculación con el poder parlamentario, y eso hubiese generado un mayor acompañamiento de la Convención”, dijo Garrido.[7]

 

Igualmente, para José Viácava, profesor de la facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, en Santiago, el resultado del 4 de septiembre tiene que ver más con la manera y el proceso con que se planteó la nueva Constitución, más que con el proceso mismo de reformarla.[8]

 

 

 

Inquietudes, críticas, desinformación e incertidumbre sobre el nuevo texto

La propuesta de 170 páginas y 388 artículos, y calificada como un texto con profundo sentido de justicia social, no terminó por convencer al pueblo chileno y su visión transformadora resultó ser demasiado drástica para algunos sectores. En consecuencia, no se lograron los apoyos suficientes. Aun así, importantes constitucionalistas internacionales destacaron la calidad y las innovaciones en el texto, especialmente en áreas como la paridad de género y la protección del medio ambiente.[9]

 

Algunas de las principales inquietudes y críticas que permearon el debate nacional estuvieron en la definición de Chile como Estado plurinacional; el respeto a los sistemas de justicia indígena, interpretados contrarios al principio de igualdad ante la ley; la protección al derecho de propiedad privada sobre las viviendas; el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo; la reelección presidencial; el sistema de justica; y la eliminación del Senado.[10]

 

Por ejemplo, para Pamela Figueroa, cientista política, los grupos por el rechazo asociaron la plurinacionalidad con la división del país y con la creación de los pueblos originarios como un grupo privilegiado.[11] Esto significaba que 11 pueblos indígenas, que representan casi el 13 por ciento de la población, podrían haber sido reconocidos como naciones autónomas dentro del país, con sus propias estructuras de gobierno y sistemas judiciales.[12] En opinión de Jorge Correa Sutil, exintegrante del Tribunal Constitucional chileno, el texto en general no dejaba bien delimitado el ejercicio de la autonomía política y la justicia indígena.[13]

 

Analistas han advertido que las ideas anteriores se nutrieron de la desinformación que circuló en el país antes de que el electorado acudiera a las urnas,[14] lo que hizo crecer las dudas y alimentó una incertidumbre generalizada sobre las implicaciones y costos del nuevo texto. Para Garrido, “ciertos eventos públicos con connotaciones negativas impactaron al votante medio en Chile, que es de un perfil más bien conservador”.[15] En opinión de los economistas, los cambios propuestos costarían del 9 al 14 por ciento de los 317,000 millones del PIB de Chile, un país que, por mucho tiempo, ha tenido un menor gasto en servicios públicos.[16]

 

Guillermo Hoffmann, consultor y analista político chileno, menciona que “se generó incertidumbre respecto a cómo se [iba] a implementar [la Constitución], son demasiadas cosas generales”. Y agregó, “si bien hay un apoyo transversal a la propuesta en materia de derechos sociales y está claro que el Estado debe garantizarlos, hubo ruido sobre cómo fue propuesta esta nueva carta.”[17]

 

Por su parte, Javiera Parada, vocera del movimiento “Una que nos Una”, apunta que “el texto propuesto, pese a avances muy importantes… no soluciona el problema central que tiene Chile que es el bloqueo de su sistema político”.[18]

 

Otras razones que pudieron abonar al rechazo fueron la postura de los defensores sobre afirmar que el texto aprobado sería posteriormente reformado en varios aspectos; una probable evaluación a la gestión de Boric; y la gran cantidad de personas que participación en el referéndum.

 

En el primer aspecto, Roberto Méndez, académico de la Universidad Católica de Chile, indica que “se instaló la idea de que el proyecto no era bueno incluso entre los que lo apoyaban”. Esto dejó una sensación de que había otras vías para satisfacer las necesidades de cambio constitucional.[19] El segundo punto explicaría por qué la votación del Apruebo es prácticamente similar a la que muestran los estudios de opinión pública respecto de la aprobación del presidente.[20]

 

 

 

¿Qué sigue? Chile rumbo a un tercer proceso constituyente

Lo que parecía culminar la transformación política, abre una nueva etapa de incertidumbre. Si bien, el resultado del plebiscito constitucional es un golpe muy duro para el Gobierno de Boric, quien había apostado por el triunfo del Apruebo, el mismo mandatario se ha comprometido a empezar un nuevo proceso, aunque esta vez con el apoyo de los partidos políticos y en el Congreso.

 

La derecha también se ha comprometido a trabajar en otra propuesta. Ximena Rincón, senadora centrista que ayudó a liderar la campaña por el rechazo dijo en un discurso “tenemos una nueva oportunidad, y no la podemos desaprovechar”.[21] Así, la oposición ha propuesto avanzar hacia un Estado social de derecho y, marcando diferencia con la propuesta de la Convención, ofrece defender el Senado, en vez de reemplazarlo por una Cámara de las Regiones, y reconocer a Chile como un estado multicultural, en vez de uno plurinacional. Por su parte, el Congreso ha aprobado disminuir el quórum necesario para reformar la Constitución de 1980.[22]

 

Mientras Chile permanece bajo la Constitución de 1980 heredada del régimen de Augusto Pinochet y el resultado del referéndum ha sido interpretado por muchos como una derrota para el Gobierno de Boric, una certeza es que este país ha cambiado y el proceso constitucional continuará.

 

 

Primeros cambios en el Gabinete y el retorno de figuras de la centroizquierda tradicional

En el albor de un tercer proceso constituyente, que no se vislumbra fácil pero que ya comenzó con las primeras conversaciones en el Congreso, el Gobierno tiene la oportunidad de buscar concertar acuerdos sólidos y plurales entre los diferentes actores y fuerzas políticas, pues el rechazo vino desde la derecha y la centroizquierda, y de un electorado muy desgastado.

 

En esta búsqueda, la derrota del referéndum, y situaciones como el conflicto mapuche al sur del país y la crisis de seguridad y económica, trajeron los primeros cambios en el Gabinete. Entre los principales movimientos, Izkia Siches fue destituida del Ministerio del Interior y Giorgio Jackson dejó su cargo en la Secretaría General de la Presidencia, donde era el enlace entre el Ejecutivo y el Legislativo, para ser nombrado ministro de Desarrollo Social.[23]

 

Sustituyendo a Siches y a Jackson, llegan al Gabinete dos importantes figuras de la política tradicional, y es que los consensos pueden resultar positivos. Para el presidente Boric “el bien de Chile exige superar las diferencias, encontrarse…”.[24] Carolina Tohá, del Partido por la Democracia, ocupará la cartera del Interior, y Ana Lya Uriarte, del Partido Socialista, se encargará de la Secretaría General.[25] Ambas colaboraron durante los gobiernos de la exmandataria Bachelet (2006-2010 y 2014-2018), entre otros cargos.

 

Asimismo, al Ministerio de Energía llega Diego Pardow, militante de Convergencia Social; al de Salud, Ximena Aguilera, médico cirujana de la Universidad de Chile y especialista en salud pública; y al de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Silvia Díaz, del Partido por la Democracia.

 

En paralelo con la llegada de los primeros cambios en el Gabinete, para seguir adelante Boric necesitará dialogar con un Congreso muy fragmentado, en el que ni el oficialismo ni la oposición tienen una mayoría suficiente para imponer su visión. En esta tarea, también tendrá que imponerse la búsqueda de consensos para contrarrestar la polarización y, al mismo tiempo, avanzar en un documento que refleje la realidad política. Esta vez, de la voluntad política dependerá la estabilidad y el futuro de Chile.

 

 

 

 

Primeros cambios en el gabinete y retorno de figuras de la centroizquierda tradicional

En el albor de un tercer proceso constituyente, que no se vislumbra fácil, pero que ya comenzó con las primeras conversaciones en el Congreso, el Gobierno chileno tiene la oportunidad de buscar acuerdos sólidos y plurales entre los diferentes actores y fuerzas políticas, pues el rechazo vino desde la derecha y la centroizquierda, así como de un electorado muy desgastado.

 

En esta búsqueda, la derrota del referéndum, el conflicto mapuche al sur del país y la crisis de seguridad y económica, entre otros factores, trajeron los primeros cambios en el gabinete. Entre los principales movimientos, Izkia Siches fue destituida del Ministerio del Interior y Giorgio Jackson dejó su cargo en la Secretaría General de la Presidencia, donde era el enlace entre el Ejecutivo y el Legislativo, para ser nombrado ministro de Desarrollo Social.

 

En sustitución de Siches y Jackson, llegan al gabinete dos importantes figuras de la política tradicional, y es que los consensos pueden resultar positivos. Para el presidente Boric, “el bien de Chile exige superar las diferencias, encontrarse…”.

 

Carolina Tohá, del Partido por la Democracia, ocupará la cartera del Interior, y Ana Lya Uriarte, del Partido Socialista, se encargará de la Secretaría General. Ambas colaboraron durante los gobiernos de la exmandataria Bachelet (2006-2010 y 2014-2018).

 

Asimismo, al Ministerio de Energía llega Diego Pardow, militante de Convergencia Social; al de Salud, Ximena Aguilera, médico cirujana de la Universidad de Chile y especialista en salud pública, y al de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Silvia Díaz, del Partido por la Democracia.

 

En paralelo con la llegada de los primeros cambios en el gabinete, para seguir adelante Boric necesitará dialogar con un Congreso muy fragmentado, en el que ni el oficialismo ni la oposición tienen una mayoría suficiente para imponer su visión.

 

En esta tarea también tendrá que imponerse la búsqueda de consensos, para contrarrestar la polarización y, al mismo tiempo, avanzar en un documento que refleje la realidad política. Esta vez, de la voluntad política dependerán la estabilidad y el futuro de Chile.

 

 

Fuentes

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

[1] Yasna Mussa, “Chile rechazó la propuesta de Constitución, pero eso no revive a Pinochet”. The Washington Post (5 de septiembre, 2022), sec. Opinión, ed. Español [En línea]: https://wapo.st/3x9QZe3 [Consulta: 7 de septiembre, 2022].

[2] Cristián Torres, “Por qué pasó, qué viene y qué pasará con el gobierno en Chile luego del rechazo a la nueva Constitución”. Infobae (5 de septiembre, 2022), sec. América Latina [En línea]: https://bit.ly/3QvDqg3 [Consulta: 7 de septiembre, 2022].

[3] Paula Molina, “Triunfo del “rechazo” | La (aparente) paradoja de Chile: 3 razones para entender el no a la nueva Constitución cuando casi el 80% estaba a favor de cambiarla”. BBC News Mundo (5 de septiembre, 2022), sec. América Latina [En línea]: https://bbc.in/3RPb2GF [Consulta: 6 de septiembre, 2022].

[4] Idem.

[5] Jack Nicas, “Chile rechaza la Constitución propuesta tras tres años de debate”. The New York Times (6 de septiembre, 2022), ed. Español [En línea]: https://nyti.ms/3RM6VLw [Consulta: 6 de septiembre, 2022].

[6] Idem.

[7] C. Torres, op. cit.

[8] Melissa Velásquez Loaiza, “Las razones detrás del rechazo a la nueva constitución de Chile y lo que sigue”. CNN en Español (5 de septiembre, 2022) [En línea]: https://cnn.it/3KXWBOi [Consulta: 8 de septiembre, 2022].

[9] P. Molina, op. cit.

[10] Redacción, “3 causas del rechazo a la nueva Constitución en Chile y qué posibles escenarios se abren ahora”. BBC News Mundo (5 de septiembre, 2022), sec. América Latina [En línea]: https://bbc.in/3x9orBq [Consulta: 6 de septiembre, 2022].

[11] P. Molina, op. cit.

[12] J. Nicas, op. cit.

[13] P. Molina, op. cit.

[14] Idem.

[15] C. Torres, op. cit.

[16] J. Nicas, op. cit.

[17] M. Velásquez Loaiza, op. cit.

[18] Idem.

[19] Redacción, op. cit.

[20] C. Torres, op. cit.

[21] J. Nicas, op. cit.

[22] P. Molina, op. cit,

[23] Federico Rivas Molina y Rocío Montes, “La generación de Gabriel Boric lidia con su primera gran derrota al frente de Chile”. El País (11 de septiembre, 2022) [En línea]: https://bit.ly/3xgFmlM [Consulta: 11 de septiembre, 2022].

[24] Antonia Laborde, “¿Quién es quién? Los perfiles de los nuevos ministros de Boric”. El País (6 de septiembre, 2022) [En línea]: https://bit.ly/3RutWTv [Consulta: 11 de septiembre, 2022].

[25] Redacción, “Boric reforma su gabinete en Chile tras el masivo rechazo a la nueva Constitución, dando entrada al centroizquierda tradicional en su gobierno”. BBC News Mundo (6 de septiembre, 2022) [En línea]: https://bbc.in/3d3XXL4 [Consulta: 11 de septiembre, 2022].